ESTAS cosas sólo pasan en Cádiz. Son patrimonio de la Humanidad gaditana. Ahora resulta que la Dama de Cádiz era un tío, y que el fenicio del sarcófago era una tía y que le dieron un cambiazo. La buena gente pregunta: ¿Por qué no lo dijeron? ¿Cómo es posible que este hallazgo científico se mantuviera en secreto casi 40 años? Y se ha revelado por casualidad. Pues, entiéndanlo ustedes. No lo dijeron porque esto es Cádiz y aquí hay que cantar. Si se hubiera conocido en los años 80, con los cuplés tan verdosos que escribían en el Carnaval de entonces, se hubieran puesto morados, como si fueran de Podemos, que entonces no existía. No lo dijeron por no propagar a las naciones carnavalescas, urbi et orbi, para general cachondeo, que la Dama de Cádiz es un tío.

Y el maquinista, cuando vio el sarcófago en las obras de Ruiz de Alda, lo primero que dijo fue: “Esta sí que era una tía guapa”. ¡Anda con el gachí, que se ha quedado con todos! La Dama, en los cuplés, hubiera aparecido con un cayetano, a modo de sorpresa, sorpresa, y ella tiesa. No tenía barba y bigote porque se le había caído el pelo. Pero era un señor de los pies a la cabeza. Debemos reconocer que queda mucho más bonito hablar de la Dama de Cádiz que del Caballero, como en realidad ha resultado.

Ramón Corzo y Antonio Álvarez, dos prestigiosos expertos y ex directores del Museo verdadero, han confirmado la realidad de los acontecimientos, que se revelaron en el programa Zona Historia, de Onda Cádiz TV, la televisión de todos los gaditanos, que fundó Teófila y ha heredado Kichi. En el reportaje que publicó Virginia León en el Diario, se ha explicado que encargaban los sarcófagos, mayormente a Sidón, que es donde estaba la mejor fábrica. Y, según llegaban, iban colocando. Es decir, que a un fenicio modelo Tarzán de la Bahía lo podían enterrar en un sarcófago que reflejara el grácil cuerpo de una bailarina de Gadir. Con el tiempo, cuando pasaran a la posteridad, ocurrirían estos hallazgos, y resultaría que la Dama de Cádiz tenía un pito. Un pito de caña, como el de los cuplés  chirigoteros.

Si este descubrimiento hubiera ocurrido en diciembre, en el Teatro Falla cantarían más cuplés de la Dama de Cádiz que del cigarrillo electrónico cuando lo inventaron. Desde que está Kichi en la Alcaldía, como quieren ser originales, cantan cuplés muy raros. Pero deben salvar los temas tradicionales. Reconozcamos que la vida en Cádiz es una fuente de inspiración para el buen  cuplé, que se está perdiendo, como los sarcófagos de los fenicios y las fenicias.

José Joaquín León