CADA cuatro años, cuando hay cambios en la Junta de Andalucía y eligen a un nuevo alcalde en El Puerto de Santa María, se publica una noticia en la que dicen que van a restaurar el Vaporcito de El Puerto. Con fines turísticos, por supuesto. Para las comunicaciones marítimas entre El Puerto y Cádiz ya está el catamarán. Por cierto, el catamarán es para el Vaporcito lo mismo que los robots para los trabajadores de astilleros. El catamarán es lo moderno y avanzado, igual que los robots; pero el Vaporcito y los trabajadores de los astilleros son la parte artesana. En los astilleros de Navantia repararían el Vaporcito en un periquete y sin robots. Cruceros más grandes se han visto, que entraron casi desahuciados y salieron como nuevos.

Dicen que van a firmar un convenio entre la Junta y sus propietarios. Por firmar que no quede. Esta historia tiene un triste desarrollo, desde aquella infeliz jornada del 30 de agosto de 2011, cuando se hundió en el muelle Reina Victoria, de la ciudad de Cádiz, tras colisionar con la escollera de Punta Soto. Por un error humano, como los que cometen los árbitros que pitan penaltis al Cádiz. Un error humano a veces cuesta muy caro. En este caso costó carísimo, fue siniestro total para el Adriano III, que a partir de entonces vivió una tragedia a la gaditana. Es decir, plagada de falsas promesas.

Tras estar hundido casi un mes, fue reflotado y trasladado al astillero de Navantia en San Fernando por un remolcador llamado Obama. Ha dado tiempo hasta de que aparezca Donald Trump como presidente de los EEUU, y que envíe más barcos a la base de Rota, sin que haya vuelto a navegar nuestro Vaporcito, aunque dijeron que estaría terminado para 2012 y se estrenaría en el Bicentenario. Lo mismo que dijeron con el Teatro Pemán. Han pasado otros siete años y ahí los tenemos, al Vaporcito y al Teatro Pemán, que ya no se llama Pemán, ni es teatro; igual que el Vaporcito no se llama Adriano III, ni navega, ni nada.

Este singular barquito que cruzaba la Bahía es Bien de Interés Cultural desde 2001. En el Varadero Guadalete de su localidad natal de El Puerto encontró sepultura. En varias ocasiones han anunciado su desguace, pero no ha sido incinerado aún. El propietario dice que tiene arreglo y que costaría 400.000 euros. Se ha publicado que “las conversaciones avanzan por buen camino”.  Pregunto: si la Junta ha despilfarrado 256 millones en el tranvía de la Bahía, ¿no puede invertir 400.000 euros en salvar el Vaporcito? En el varadero sigue el pobrecito, que parece el buque fantasma de Wagner.

José Joaquín León