EN Andalucía existen 13 playas caninas autorizadas, de las cuales sólo hay una en la costa de Cádiz: la de Camposoto, en San Fernando. Esta playa se mantiene porque nadie se atreve a hincarle el diente. He escuchado quejas por ambos sectores. Los caninos lamentan que deben recorrer dos kilómetros por un sendero, hasta llegar a la zona de playa debidamente acotada en la Punta del Boquerón. Los anticaninos lamentan que han reservado para los perros uno de los enclaves paisajísticos más bonitos del espacio natural de la Bahía, donde se ha prohibido el baño de los humanos. Tampoco faltan partidarios de Camposoto que se quejan por el malentendido de considerar toda la playa isleña como canina, cuando realmente no lo es, y tan sólo se ciñe a  una zona acotada.

Desde el punto de vista electoral, parece que ha dado buenos resultados. La alcaldesa de San Fernando, Patricia Cavada, fue reelegida. Supongo que la playa canina y el tranvía de la Bahía por la calle Real han sido valorados muy positivamente por los isleños. Por otra parte, los candidatos y candidatas a las alcaldías prometieron playas para perros en casi todos los municipios. En Cádiz la prometió el PP, y se vio a Juancho Ortiz acariciando a un perro para las fotos.

Según las normas vigentes, en las playas caninas no se pueden bañar los seres humanos. Este detalle es muy importante. Se han establecido hostilidades insuperables entre el perro y el hombre, entre la perra y la mujer. O tú, o él. Pero lo de bañarte con tu perrito está prohibido, tanto en una playa canina como en una humana. Repito: significa que está prohibido el baño de las personas humanas en las playas caninas, y también el de los perros en todas las playas de la costa gaditana excepto en Camposoto.

Hubo intentos por crear otras playas caninas, como la de Punta Candor en Rota. Y hay casos como el de la prolongación de El Palmar, en Mangueta, que roza lo escandaloso. Es una playa humana, donde los perros se cuentan por docenas, van sin bozal, incumplen todas las normas higiénicas de las playas andaluzas, y se bañan al alimón con sus dueños y con los que pasan por allí.

¿Es justo que no te puedas bañar en la Punta del Boquerón, si no eres un perro o una perra, mientras que en otras playas cada uno hace lo que le da la gana? Se debe respetar al prójimo como a ti mismo. Y se debe obligar a cumplir las normas. Si hacen falta más playas caninas, que las aprueben, pero con todas sus consecuencias de higiene y control. Y más cuidado con los espacios naturales. No sea que pase como en la Punta del Boquerón, que la han privatizado para perros y la han prohibido para humanos.

José Joaquín León