SIGO con la decadencia de la cultura y los espectáculos en Cádiz. Segunda parte. El verano es la temporada alta gaditana. A diferencia de las ciudades de interior, donde muchos habitantes se van de vacaciones, en agosto Cádiz gana población. Sin embargo, con un público más amplio y con más tiempo para el ocio, los teatros gaditanos no ofrecen espectáculos. En una programación venida a menos, se recurre a otros espacios, en un verano atípico, en el que el Castillo de San Sebastián se quedó al margen, y el Castillo de Santa Catalina, así como el Baluarte de la Candelaria, tampoco han podido ofrecer su aportación habitual. Sin embargo, debemos partir de una idea básica: los principales espacios escénicos son los teatros.

Cádiz tiene un teatro de invierno, con espacio cerrado y tradicional, que es el Gran Teatro Falla, y se completaba con uno de verano al aire libre, que era el Teatro José María Pemán. Había otros teatros, como el Andalucía, derribado en 1994, cuando todavía era alcalde el socialista Carlos Díaz. En tiempos anteriores contó con más, como el Cómico, que pasó a ser cine San Miguel, hasta que se quedó abandonado y fue recuperado para los Títeres de la Tía Norica, una función que no cumple actualmente.

Cuando el Gran Teatro Falla fue rehabilitado, también en tiempos del socialista Carlos Díaz, por cierto, no fue climatizado por dificultades técnicas. Eso lo situó al margen de la programación estival. Cuando el Teatro José María Pemán fue cerrado, Cádiz se quedó sin alternativa en agosto. Como la rehabilitación del Pemán está pendiente, igual que la revolución, ahí seguimos.

A los teatros gaditanos se sumó el Romano, en cuya puerta se puede leer Theatrum Balbi. Algunos turistas pensarán que este Teatro de los Balbo funciona como tal. Sin embargo, no es así. Este no es un teatro romano como el de Mérida, con superproducciones donde actúan desde Concha Velasco a Amaia Salamanca, entre otros. Es un recinto arqueológico, que ha sido visitado por 62.610 personas en el primer semestre, unas 11.000 más que en el mismo periodo de 2018; pero no hay una programación clásica de verano, ni nada que se le parezca.

Entre los principales espacios escénicos gaditanos aparece ahora el muelle. Lo mismo sirve para aparcamientos que para un gimnasio, o para conciertos. Allí hay espacio suficiente para construir el Teatro del Muelle, ya puestos. Pero si no han sido capaces de recuperar el Pemán ni de refrigerar el Falla, queda claro cuál es el interés cultural por el verano en Cádiz.

José Joaquín León