EL alcalde de Cádiz, José María González Santos, nunca ha sido sorprendido trincando del dinero público. Es un tipo honrado. Yo lo considero así, y creo que no sólo lo parece, sino que lo es. Se debe añadir que un sinvergüenza nunca debe ser alcalde, ni de Cádiz, ni de ningún municipio, pero también que la honradez no garantiza otras virtudes, ni la preparación para el cargo. Se puede ser honrado y, al mismo tiempo, un desastre en el ejercicio de esas funciones. Al margen de eso, el alcalde Kichi tiene una obsesión exagerada por parecer una mezcla de Fermín Salvochea y San Francisco de Asís. De modo que mientras su pareja, Teresa Rodríguez dice que los socialistas condenados en los ERE han robado 680 millones a los andaluces (lo que tampoco es exactamente así, sino interpretable), se da a conocer con todas las cautelas que la familia González-Rodríguez se muda de su pisito.

Pararse ahí. No se irán a un chalé en Vistahermosa. Ni tampoco a un piso de la Avenida de Bahía Blanca. Por el contrario, se van a quedar en la Viña. Dicen que el nuevo pisito sólo será un poquito más grande. Y un primero, en vez de un bajo. Mejor, porque si las mareas del calentamiento global inundan Cádiz, en un primero siempre se recogerá menos agua que en un bajo. Valoren también la cercanía de la Caleta.

En esa mudanza no hay que tener tantos remilgos. Kichi y su pareja Teresa se pronunciaron en contra de la mudanza de Pablo Iglesias con su pareja Irene Montero al chalecito de Galapagar, donde continúan a la espera de recibir un buen cargo (o dos) en el próximo Gobierno de Pedro Sánchez, que no tiene nada que ver con los que le han “robado” a los andaluces. Como digo, sería muy natural que José María y Teresa se compren un piso de tres o cuatro dormitorios. No hace falta que vivan en la indigencia, cuando uno es alcalde de Cádiz y la otra portavoz de Adelante Andalucía en el Parlamento. Tienen buenos sueldos, que reparten, como si fuera un diezmo laico. Pero si se convierten en pobres, lo natural es que empiecen por ellos mismos.

Desde que Kichi llegó a la Alcaldía empezaron las fake news sobre sus propiedades inmobiliarias. Que si tenía un chalé en El Puerto, un piso en Puerto Real (o era al revés, no lo recuerdo), y así parecía que Kichi era un ganador del Monopoly, el dueño de media provincia. Me parece una estupidez atacarle por ahí, diciendo mentiras. Y tampoco me parece bien que la demagogia llegue al punto de que si se muda de su pisito se deba ir a otro del mismo barrio. Así como el hábito no hace al monje, el piso tampoco hace al alcalde, ni el chalé al vicepresidente.

José Joaquín León