ALGUNOS ilusos creyeron que la operación iniciada entre el alcalde Kichi y el anterior rector, Eduardo González Mazo, iba a suponer la salvación del edificio de Valcárcel. Sin embargo, cambió el rector, cambió la Junta, y el alcalde y la presidenta de la Diputación son los mismos. Con el nuevo cuarteto está claro para lo que va a servir Valcárcel: para perder varios años discutiendo. Al menos, hasta las próximas elecciones municipales y autonómicas. La plataforma ciudadana que se ha creado debe tener cuidado para no caer en la trampita. En estos momentos, ninguna institución va a poner el dinero que hace falta para las obras de Valcárcel. Por una razón fundamental: no lo incluyen entre sus prioridades.

Así que Valcárcel, en los próximos meses, va a ser motivo de controversias y de echarse las culpas los unos a los otros. En Cádiz, cuando pasa esto, ya sabemos lo que ocurre: cero patatero. Las peleítas a derecha e izquierda no llevan a nada útil.

El problema de origen es un error conceptual. Ese edificio estaba llamado a ser un hotel de cinco estrellas, que es lo que de verdad hubiera aportado ingresos al barrio de La Viña, donde la hostelería ya deja algún dinerillo. Pensar que una facultad universitaria va a dinamizar el barrio es una parida. Allí cerca están otras facultades y un Rectorado, que hasta ahora no han dinamizado el Mentidero. Y no es lo mismo un turista de cinco estrellas que un estudiante tieso. Eso se entiende fácil.

La idea inicial era un hotel de lujo. Es lo que impulsó la Diputación, en tiempos de Rafael Román, y aceptó el Ayuntamiento de Teófila Martínez a regañadientes. Después llegaron los okupas, para pedir que Valcárcel fuera para el pueblo. Ahora son los mismos que piden que sea para la UCA, pero que las obras las pague la Junta de todos los andaluces, incluidos los que viven en Puerto Real o en Torredonjimeno. Sin que esté acreditado que el traslado sea una prioridad social, ni de interés general.

La Consejería está en manos de Ciudadanos, que junto al PP, no saben cómo presentar el frenazo a ese cambalache, que incluye también destinar la mejor parcela hotelera que queda en Cádiz para pistas deportivas de la facultad. Por su parte, el alcalde Kichi se queja, mientras el Ayuntamiento no ha cumplido sus obligaciones para tramitar el proyecto. Así le da pie a Juancho para que lo acuse de flojo y de inútil. Estamos en el mejor momento de esta absurda polémica. Aunque siempre se puede profundizar. El resultado será el mismo: nada de nada.

José Joaquín León