ES curioso que el Tribunal de Cuentas elabore un informe sobre el retraso de las obras en el segundo puente de Cádiz, y que lo publiquen cuando hace más de cuatro años que lo han inaugurado. El informe también ha acumulado retraso, aunque no habrá tenido sobrecoste. En este país ningún proyecto es acabado en tiempo y forma. Por otra parte, esa noticia ya se publicó antes de que terminaran el puente. El presupuesto inicial era de 272 millones de euros. Según el Tribunal de Cuentas pasó a 462 millones de euros, aunque el coste real fue superior a los 500 millones, según otras estimaciones. Ese sobrecoste no fue por casualidad, sino porque el puente, planteado en tiempos de Aznar y continuado con Zapatero y Rajoy, se hizo a la carta, al gusto del consumidor.

En las obras públicas, cualquier modificación cuesta tiempo y dinero. En el puente pasaron de los 41 meses previstos para la ejecución a los 117 de la realidad. Es decir, casi el triple de lo esperado. El ingeniero Javier Manterola elaboró un proyecto, que estaba muy bien y a la gente le parecía precioso. Y era como un menú del día: esto es lo que hay, el puente de la Constitución de 1812, y vámonos que nos vamos a la cocina.

Pero… Cuando el cocinero se estaba preparando, empezaron los típicos peros gaditanos. Aquí no se puede hacer una obra sin un pero. En este caso, lo primero no fue que apareciera un fenicio o un romano, que están yacentes para dar por saco. En este saco lo que apareció fue la queja del astillero de Puerto Real, porque no les gustaba el puente. Podía perjudicar a los altísimos proyectos navales de los tiempos venideros. Así se incluyó que el puente facilitara el paso de verdaderas maravillas de la navegación.

Cuando estaba Zapatero en la Moncloa, nombró ministra de Fomento a Magdalena Álvarez, que salía con la patada hacia arriba desde la Junta, luego se ha visto por qué. Era el tiempo de los tranvías. Al PSOE le dio por ahí. Soñaron con llenar Andalucía de tranvías, previo pago de su importe, y dando coba en Bruselas. Entonces se les ocurrió que el tranvía circulara de Chiclana a Cádiz (todavía no ha llegado, y acumula una jartá de retraso), y que además se diera un garbeo desde Cádiz por el nuevo puente, hasta Puerto Real y Jerez, a donde va el Cercanías y era superfluo gastarse esa pasta. Pero modificaron el proyecto a la carta.

El sobrecoste llegó por culpa de dirigentes ineptos, que decían que sí a todo, y jugaban con los millones como si fueran suyos. Sucedió antes de la transparencia. Ahora se han enterado de las cuentas en el tribunal.

José Joaquín León