VIENDO lo que ha ocurrido con la Semana Santa, algunos gaditas acérrimos me han comentado: “¡Menos mal que se salvó el Carnaval!”. Esa apreciación no será del gusto de los capillitas. A Juan Carlos Jurado y al Consejo de Hermandades, igual que en otros municipios de la provincia, les ha caído un buen marrón por delante. Deberán lidiar con unas circunstancias muy adversas y ruinosas para las cofradías. Pero, en lo referido al Carnaval, es cierto que para Cádiz fue un mal menor. Si el confinamiento se hubiera ordenado a principios de febrero, a la hostelería local le hubieran dado un rejonazo de muerte, si es que no lo han recibido ya.

Se puede hacer un ejercicio de masoquismo para suponer lo que hubiera ocurrido si el Covid-19 se manifiesta un mes antes. El concurso del Falla se hubiera quedado roto, sin disputarse los cuartos o las semifinales, y por descontado sin la gran final. ¿Se hubiera podido aplazar? En Sevilla han aplazado la Feria, pero aquí dirían que era como unas Fiestas Típicas Gaditanas en otoño. Además de que en octubre o en noviembre quedaría rarísimo un Carnaval en la calle. Más oportuno hubiera sido en verano. Pero el Falla no tiene aire acondicionado y cierra en verano. Y al Teatro del Parque le han quitado el nombre de José María Pemán, pero todavía no funciona, ni es probable que se inaugure antes de 2022.

En esta ocasión, el legendario estribillo de ‘Tres notas musicales’ que cantaban el Peña y el Masa, no se ha cumplido. El coronavirus ha respetado que estábamos en Carnaval. Es una frivolidad decir eso, pero nuestro humor negro gaditano ha conocido cosas peores. El coronavirus llegó después a Cádiz. Tendrá protagonismo en los repertorios del Carnaval de 2021, cuando es de suponer que ya existirá una vacuna. En tal supuesto, podría volver a salvarse.

Sin embargo, no se han salvado las actuaciones anuladas, los festivales cancelados, ni los que van a cargarse. Por consiguiente, las agrupaciones carnavalescas, que Hacienda considera como pequeñas empresas, no sé si entrarán o no en las medidas. A nadie se le ha ocurrido hacer un ERTE de comparsistas y chirigoteros, que en algunos casos lo van a sufrir en sus empleos.

El Carnaval se salvó por los pelos, pero sólo hasta cierto punto. Es una situación tan novedosa y trágica que afecta a todos. En Cádiz, dicen los tópicos que todo se toma a pitorreo, pero en los repertorios del próximo Carnaval será difícil tratar este asunto, porque es hiriente para la sensibilidad y porque no sabemos a dónde va a llegar.

José Joaquín León