SE suele decir que cada 500 años hay un movimiento sísmico espantoso que provoca un gran maremoto en el Golfo de Cádiz, y que es peligrosísimo, y que aquí no hay un buen plan para la escapatoria. Y, además, que da igual, porque como nos coja bien cogidos, no hay salida. Pero ahora, con el coronavirus, nos hemos dado cuenta de que viene un maremoto económico de padre y muy señor mío, una crisis que puede ser la mayor del último siglo, y también se está viendo que el plan del Gobierno es que no hay plan, y lo van rectificando cada dos o tres días, y que ponen los vellitos de punta, porque van a hundir a todos. Sin distinciones entre empresarios, autónomos y trabajadores, a todos. Ahora Zapatero hasta nos parece una eminencia, a la altura de Adam Smith, si se le compara con Pedro Sánchez.

Cuando parecía que algunos ministros y ministras no podían ser empeorados, están apareciendo nuevos talentos, como una ministra podemita empoderada, la de Trabajo, Yolanda Díaz. Esta señora anuncia unas medidas y luego, cuando se leen las publicadas en el BOE, resulta que son otras. Dicen las malas lenguas que Nadia Calviño (según Pablo Iglesias es la representante del Íbex 35 en el Gobierno) se las cambia por detrás y la ministra de Trabajo ni se entera. Esta señora habla por duplicado, y dice “trabajadores y trabajadoras”, “empresarios y empresarias”, “autónomos y autónomas”, con lo cual tarda diez minutos en lo que podría decir en cinco. Ella se incluyó entre las trabajadoras, directamente.

Cuando parece que van a hundir la economía, sacan medidas nuevas para rematarla. No se sabe a dónde vamos a parar, aunque se intuye. En este maremoto, ellos soplan para que las olas cojan más altura. En Cádiz, como ha recordado la presidenta de la Diputación, Irene García, va a llover sobre mojado. El remojón va a ser muy duro. Porque tenemos una economía débil, basada en el turismo, que va a tardar mucho tiempo en recomponerse, con empresas castigadas y un paro que se agravará.

El problema es que las medidas adoptadas perjudican a todos. Ahora están criticando a Holanda y Alemania por insolidarios, aunque también hay que entender que a ningún país le gusta pagar las equivocaciones de otros, mientras ellos no han dañado su economía de igual modo. Pero puestos a fijarnos, también hay que ver por qué no la han dañado tanto, por qué tienen menos muertos y menos ruina. A lo mejor es porque gobiernan con otras medidas y con otras ideas. Los errores no salen gratis.

José Joaquín León