VAMOS a recuperar el debate intelectual sobre la gordofobia, que todavía sigue coleando. A juicio de algunos médicos con los que he hablado, las palabras del alcalde de Cádiz, José María González Santos, pueden inducir a errores. Personas que no tengan un recto criterio, o se dejen guiar en modo rebaño por el gurú del anticapitalismo gadita, podrían llegar a una conclusión ilusa y arriesgada. Podrían creer que la gordura es buena. Así como Adolfo Domínguez dijo que la arruga es bella, para justificar ciertas prendas que no necesitan un buen planchado, nuestro Kichi ha criticado la gordofobia, en una actitud que requiere más precisiones. Se podría parafrasear, siguiendo a Concepción Arenal, “odia la gordura y compadece al gordo”. Así no incurrimos en la gordofobia, pero tampoco se hace apología.

Al gordo y a la gorda hay que darles cariño y comprensión. Aunque se debe distinguir a las personas que son obesas por alguna enfermedad y a las que han llegado a ese estado laxo por flojos, por no hacer ejercicio, o por gula, un pecado capital. Para eso están los gimnasios, que tanto han proliferado en Cádiz, hasta que los cerraron todos por el coronavirus. Ahora están intentando salir del caos, no sin dificultades, pues la Operación Bikini y la Operación Bañador se hicieron con técnicas autodidácticas, con botellas de agua en vez de pesas y artificios parecidos. O corriendo por las azoteas y los pasillos. Los efectos relativos se notan.

Algunos médicos que han trabajado en primera línea de los hospitales de Madrid contra el coronavirus cuentan que la obesidad ha influido en las muertes. Y les extraña que no hayan explicado mejor este asunto. Se sabe que han muerto más hombres que mujeres por Covid 19. Pero se ha destacado poco que han muerto más gordos que flacos. Incluso entre los jóvenes, la obesidad ha sido un factor de mortalidad.

Varios estudios avalan esa teoría. En la revista científica The Lancet publicaron un informe dirigido por el profesor David Kass, realizado en hospitales de EEUU, cuya conclusión es que los jóvenes obesos tienen un riesgo de mortalidad similar a los mayores de 70 años. Asimismo destacaba que la obesidad se asocia a enfermedades que aumentan la gravedad en casos de Covid 19.

Aunque estemos contra la gordofobia, debemos tener presente que la obesidad le cuesta a la Sanidad española 35.000 millones al año, que es como 10 veces el ingreso mínimo vital. Es un despilfarro, que se puede reducir, como la barriga. En los gimnasios de Cádiz también trabajaban criaturas.

José Joaquín León