LA temporada de playas ya ha comenzado en Cádiz. En teoría, el Domingo de Ramos, día 9 de abril. En realidad, comienza cuando llega el buen tiempo. Y, una vez que ha pasado el Carnaval, la Cuaresma y la Semana Santa, se convierte en el principal aliciente del ocio de la ciudad. Por eso, los periodos municipales de temporada baja, media y alta sólo interesan para organizar los servicios. Pero los gaditanos fijan la temporada de playa cuando les da la gana; o sea, cuando les apetece. Al principio van con más ganas que al final.

Esta es una característica de la playa en Cádiz. En los fines de semana soleados de abril y mayo, la playa empieza a estar concurrida. A partir de junio, no es que comience la temporada media, sino que se acude en masa si el tiempo lo permite. En julio y en agosto se añaden los veraneantes, turistas y todo el mundo en general. En septiembre ya empezamos a estar hartos de tanta playa. Y en octubre no va ni quién. Yo he oído a la muchacha del altavoz dando las horas en otoño (incluso en inglés), con la playa de la Victoria vacía, que es una tristeza letal, como de poesía existencialista.

Al nuevo concejal del ramo, Álvaro de la Fuente, hay que recordarle un solo detalle: adapten la playa a la realidad. Los mejores concejales de Playas son como los árbitros,  los que no dan por saco. A la gente le importa poco si los servicios están municipalizados, remunicipalizados, privatizados, o lo que sea. Si te ahogas sólo te importa que vayan a salvarte. Si tienes una necesidad que esté abierto el servicio. Si te quieres duchar que funcione la ducha. Si te quieres lavar los pies, lo mismo. Ese tipo de detalles.

La actitud de nuestros concejales con la playa es graciosa. Se pasaron todo el otoño peleándose por los chiringuitos de invierno. Y todo el invierno discutiendo por la municipalización de los servicios de verano. Hasta que ha llegado la primavera, que la sangre altera, aunque ellos están alterados todo el año. No se bañan en la playa en invierno, como Fermín Salvochea.

En Cádiz, las playas (lo mismo sea la Caleta, Santa María del Mar, la Victoria o Cortadura) funcionan como algo más que playas. Son también como parques y jardines. Lo mismo que en Madrid vemos en el Retiro, o en Sevilla en el parque de María Luisa, se practica en las playas gaditanas: andar, correr, tumbarse al sol, las necesidades del perrito, cariñitos y tal y cual… La ventaja es que aquí, además, te puedes bañar.

En Cádiz viven seres de costumbres. Eso significa que lo mejor es dejar las playas como están. No las toquéis, que es peor.

José Joaquín León