LAS playas son el principal aliciente de Cádiz en verano. En estas circunstancias de la nueva anormalidad, el pueblo se ha adaptado mejor que sus autoridades. ¿Quién nos iba a decir que iríamos a las playas con mascarillas, desde las escalerillas hasta las sombrillas, y paseando por las orillas? Cuando Pedro Sánchez decía que bastaba con lavarse las manos, nadie lo hubiera imaginado. Ahora se ríen de Donald Trump, porque también ha tragado con las mascarillas y afirma que es “patriótico” usarlas, después de que no se las ponía ni cuando visitó una fábrica de mascarillas. Pero no olviden que el doctor Simón, eminencia de las pandemias (ahí sigue el tío, de surfero con la segunda ola), también dijo que no hacían falta, antes de que él mismo enfermara con el coronavirus. Pero se trataba de las playas.

En las de Cádiz, por culpa del conflicto de la Policía Local, la gente se autogestiona. Los vigilantes de la playa de la Junta hacen lo que pueden, pasean, pero tienen menos autoridad que un maestro telemático. Ahora dicen que los aforos serán calculados por drones, que no cobran dietas y vuelan sin aviadores. Pero hay algo preocupante: los mensajes confusos para las normas.

Por el altavoz de La Victoria dicen que respeten las indicaciones de entrada y salida, cuando no existen tales indicaciones. Han instalado pasarelas dobles, porque no se podía mantener la distancia de seguridad en las de acceso único, pero la gente sigue pasando por donde le parece oportuno. No está señalada cuál es la de entrada ni la de salida. Ni tampoco en las escaleras de acceso, que deberían ser una de entrada y otra de salida, evitando los cruces y las bullas.

La gente debería entender que la escalera y la pasarela de entrada son las de la derecha. ¿Cómo se circula? Por la derecha. Aunque el concejal de las Playas, David Navarro, se lo ahorra en carteles. Para entrar y salir, siguiendo esas sencillas indicaciones es suficiente, pero algunos no se enteran. También conviene que el personal dedicado a las ventas ambulantes legales, ilegales y consentidas, utilice las mascarillas, en vez de lucirlas de adorno. Las mascarillas colgantes (aunque tengan la banderita española o el escudo del Cádiz CF) no valen para nada, ni protegen a nadie.

Estamos en momentos difíciles. Las playas de Cádiz deben ser ejemplo para el turismo. Sin los lavapiés gaditanos, nada será igual. Pero gastarse unos euritos en carteles, para explicar bien las medidas, con las entradas y las salidas, no creo que arruine al Ayuntamiento más rasca de España.

José Joaquín León