EN este país existe libertad de expresión. Eso también se incluye en la Constitución. Favorece a todos, sean de derecha, de centro, de izquierda, o extremistas, mientras no vulneren las leyes vigentes. Estoy en contra de que sean boicoteados los conferenciantes; o incluso de que haya gritos antes, como ha sucedido en Cádiz. Y, aunque la extrema izquierda lo practica en las universidades, con relativa frecuencia, y atacan a personalidades como Felipe González y otros de la trama, creo que no se les debe responder con la misma actitud. Serlo y parecerlo. Tampoco creo que la misión de unos concejales del PP sea protestar con pancartas, pues así empezaron los otros. Y, como son concejales, tienen otros métodos más eficaces para mostrar su rechazo y su condena.

Sin embargo, entiendo que se les revuelvan las tripas cuando viene un señor de Bildu, un grupo político al que se ha llegado como desembocadura de la política independentista pro etarra, vía Batasuna. Un grupo que no ha condenado el terrorismo de ETA, como sabe todo el que tenga un poco de memoria histórica. Y lo comprendo, porque esos concejales del PP conocieron o eran amigos y compañeros de personas como la procuradora gaditana Ascensión García, esposa del concejal sevillano Alberto Jiménez Becerril, que fueron cobardemente asesinados por ETA. Se la recuerda con una glorieta en la Zona Franca, como se recuerda el asesinato del médico Suárez Muro y los 829 muertos causados por ETA en su sangrienta historia, entre ellos niños.

Así que la visita de un concejal que ha militado con los colegas de los asesinos, para hablar de la memoria democrática en Cádiz, es una vergüenza. Según el Diario, había unos 15 asistentes a la intervención de Joxe Martín Abaurrea y 19 protestando. Habría que preguntar a Martín Vila por qué ha incurrido en un desprecio a las víctimas del terrorismo con tal provocación. Justo unos días después del episodio de la banderita.

Lo peor no es el coste de estas jornadas y del viaje del batasuno, sino la ocurrencia. Tampoco parece que sean ingenuos, hasta el punto de ignorar lo que podía pasar. Así que, en el fondo, todo esto les viene bien a nuestros gobernantes municipales. Porque seguimos distraídos, no se habla  tanto de su incapacidad; y además aparecen unos concejales del PP protestando, a los que se puede acusar de fachas ante los suyos.

Se ha llegado a este disparate porque la oposición municipal lo consiente. Tienen mayoría y formas para reprobar al concejal memorioso, y hasta para presentar una moción de censura al alcalde. Pero no son capaces de tramar acuerdos entre ellos.

José Joaquín León