EN estos días, cuando empieza el otoño, Kichi está disfrutando su merecida baja por paternidad, pero Martín Vila ya no es alcalde accidental. Así que Martín el Memorioso (apodo de resonancia borgiana), con permiso o sin permiso de Demetrio Quirós, va a aprovechar para tener minutos de gloria con algunas ocurrencias. Ha empezado con la propuesta de retirar el Premio Libertad Cortes de Cádiz a Álvaro Uribe, ex presidente de Colombia, por las acusaciones en su país. Como se ha recordado, también se lo podrían retirar a Lula da Silva, ex presidente de Brasil, al que se lo concedió el Ayuntamiento de Teófila, ya que ha pasado 17 meses en la cárcel. Pero bueno, no se trata de eso, ni de desplumar la lista de los premiados. Se trata de que no sigan escarbando en el pasado que ya pasó, en vez de trabajar mirando al futuro. Y que recuerden el dicho: “Santa Rita, Rita, lo que se da no se quita”.

Esta frase forma parte del refranero español, pero tiene sus orígenes en la italiana Santa Rita de Casia. Viene de una leyenda que hoy resulta machista, pero es lo que había. Cuentan que una muchacha muy fea se quería casar y no encontraba novio. Por lo que se encomendó a la santa. Al poco tiempo, un joven se prendó de ella (otro refrán machista dice: “la suerte de la fea la bonita la desea”) y fue su novio. Sin embargo, pocos meses después, la relación se rompió. Entonces la muchacha increpó a la santa con esa frase: “Santa Rita, Rita, lo que se da no se quita”. Y es un fenómeno curioso, ya que se considera a Santa Rita como la abogada de lo imposible. Pero no por ese caso.

Martín Vila no está para que se le encomiende nadie. Entre él y Kichi van quitando todo lo que se ha dado: una calle, una avenida, un estadio, un teatro, un premio, lo que sea. Si ustedes se fijan en el Ayuntamiento, no dan nada, pero quitan todo, con lo cual simulan que hacen algo. La estrategia de tales medidas es evidente. Mantener a la gente distraída y demostrar que ellos no se casan con nadie. Van reescribiendo la historia a su gusto, como si las cosas que pasaron pudieran volver a pasar. Es una confusión de los tiempos horrible, que mantiene a Cádiz fuera de la historia y de todo.

Yo no voy a defender a Álvaro Uribe, ni a Lula da Silva, ni a ninguno de los distinguidos con el premio Libertad Cortes de Cádiz, entre los cuales hay personajes de derecha, de izquierda y de centro. Los anticapitalistas gaditanos, en vez de premiar a Nicolás Maduro, por su madurez bolivariana estrafalaria, hicieron lo que saben: quitar el premio. Ahora están quitando los premiados.

José Joaquín León