EN el mes de diciembre del año del Señor de 2015 fue anunciada la terminación de las obras de la nueva estación de autobuses de Cádiz. Obras realizadas en esta ciudad por la Junta de Andalucía. Laus Deo. En verdad, se reconoció que faltaban algunos detalles, como la instalación de un ascensor y la conexión con la estación ferroviaria. Peccata minuta, si se tiene en cuenta que incluso la habían adornado con un trocito de carril bici, a pesar de que en la llamada avenida de Astilleros no hay ninguno. A día de hoy, la nueva estación de autobuses de Cádiz sigue cerrada. El consejero de Fomento, Felipe López, vino a Cádiz esta semana y dijo que empezará a funcionar el próximo mes de julio. Cada dos o tres meses dicen que faltan dos o tres meses para la apertura.

Por ejemplo, en noviembre de 2016, la Consejería de Fomento anunció que había cedido la gestión de la nueva estación intermodal al Consorcio de Transportes de la Bahía de Cádiz. La delegada territorial de Fomento, Gemma Araujo, se congratuló por tan feliz noticia, y se mostró satisfecha “por este paso adelante para que los ciudadanos puedan disfrutar de la nueva estación”. Asimismo indicó que “seguimos avanzando en los trámites necesarios para hacer efectiva la apertura”. Se refería a los trámites en los que llevan un año y medio avanzando.

Es sabido que las obras en Cádiz se hacen piano, piano. Como si cargaran un piano, pero haciendo fondo. Nada de llevarlo a paso de horquilla. Tranquilidad, no correr… Aún así, algunas personas desconocedoras del costumbrismo local se extrañan por este fenómeno de la estación. Y temen lo peor: que sea necesario restaurarla antes de estrenarla, porque se podría quedar vieja antes de empezar a funcionar.

El misterio no se ha aclarado de un modo satisfactorio. Puede ser que estén intentando batir un récord Guinness, como el proyecto frustrado de las barbacoas. Cádiz, la ciudad que tiene la estación nueva de autobuses que ha tardado más tiempo en ser inaugurada. Y establecer el récord en dos años y pico, o lo que sea. Ponérselo difícil a otros competidores, incluso de países ruinosos tercermundistas.

Otra explicación a este enigma sería que se han arrepentido. Y, como ya no pueden dar marcha atrás, o derribarla como la Residencia Sanitaria Zamacola, la van a dejar ahí, como la estación del Ná. O cualquier día se les ocurre poner ahí la Ciudad de la Justicia o el Museo del Carnaval, junto a la nueva comisaría de Policía, que esa es otra. Esta ciudad nunca se termina de entender.

José Joaquín León