UNA de las provincias españolas que mejor está soportando la segunda ola del coronavirus (toquemos madera) es Cádiz. Precisamente fue también una de las que mejor resistió la primera ola del coronavirus. Así que no debe ser casualidad, pero tampoco puede servir para relajar la disciplina, ni para lanzar las campanas al vuelo. Con evidentes excepciones, desde el principio fue una de las más cumplidoras en el uso de la mascarilla, quizá porque tiene resonancias carnavalescas. ‘Tras la máscara’ fue una comparsa de Antonio Martín, segundo premio en 1989. Es posible que influya el clima, aunque no existen estudios concluyentes, ni el doctor don Simón lo contempla. Actualmente, en la provincia no hay ningún municipio con valores que justifiquen un confinamiento.

Juanma Moreno dijo en Málaga que ahora el peligro está en las reuniones con familiares y amigos. En Cataluña, Quim Torra, antes de la sentencia y el buen fin, ya había prohibido las comidas de Navidad con más de seis personas y todas las cabalgatas de reyes magos. Ayer la Junta imitó a Quim (¡ojú!) y recomendó que en las reuniones familiares no haya más de seis personas. ¿Por qué seis y no siete? ¡Viva la ciencia!

En Cádiz, como en el resto de España, tenemos un problema para las próximas semanas: el efecto Madrid. El Gobierno de Pedro Sánchez ha emprendido una campaña contra el Gobierno regional/provincial de Isabel Díaz Ayuso, que pasa por confinar a todos los madrileños, no sólo a los de distritos como el Puente de Vallecas o Usera, sino también al barrio de Salamanca o Somosaguas, donde la tasa no es igual, pero vive gente más rica. Una vez que confinen Madrid, ya veremos hasta dónde llegan. Probablemente hasta Tarifa, o incluso hasta la isla canaria de Hierro. Pues en Madrid no soportarán que haya movilidad en provincias mientras en la capital de España no se pueden mover ni entre distritos.

Todo el mundo sabe que la movilidad geográfica influyó en la propagación de la pandemia y en la segunda ola. A las playas gaditanas han venido miles de madrileños, vascos y de otras regiones. También algunos extranjeros, si bien pocos. Los turistas y veraneantes, amablemente recibidos en la provincia, llegaban vírgenes de pruebas, sin ser testados ni rastreados. Venían como se va a Lourdes, en busca de un milagro. Pero es curioso que los municipios con mayor tasa de contagio en la provincia son Alcalá de los Gazules, Espera y El Bosque, ninguno de ellos costero. Parece que no ha salido del todo mal el veraneo; o que pudo ser peor.

José Joaquín León