A Eduardo González Mazo, ex rector de la Universidad de Cádiz, le concedieron el XIX Drago de Oro el pasado martes 13, cuando se celebraba el día de su santo. Con esto no quiero decir que fuera un regalo, sino todo lo contrario. Con ese galardón, el Ateneo reconocía sus méritos al frente de la Universidad de Cádiz, cuando vivió unos días dorados que difícilmente volverán. Al menos hasta que olvidemos las consecuencias de la pandemia. El Drago de Oro es un premio que tiene un historial interesante. Ese drago fue creciendo porque lo regaba con mimo Ignacio Moreno Aparicio, en sus años de presidente del Ateneo, y así lo ha seguido su sucesor en el cargo, José Almenara. En el jurado, además de Ignacio, casi siempre han estado Moncho Pérez Díaz-Alersi y algunos más, depende de la ocasión.

Eduardo fue un rector como la copa de un pino, y tan gaditano como el difunto drago del callejón del Tinte. Lo fue durante ocho años (entre 2011 y 2019), en un periodo que coincidió con el Bicentenario. Eran años en que los cargos se vestían, no como ahora. Y no sólo con corbata, de cara las fotos. González Mazo llegó a la UCA en momentos complicados, con el caso de las tarjetas que no eran de visita y demás. Limpió eso, y consiguió operaciones muy buenas para la Universidad, como el cobazo que le dio a Kichi con el edificio del Gobierno Militar, por ejemplo.

A Eduardo González Mazo la alcaldesa Teófila y el alcalde Kichi lo habían mirado, a veces, con recelos. Se rumoreaba de él que podía ser candidato a la Alcaldía. Unos días decían que por el PSOE y otros que por Ciudadanos. En realidad, a Eduardo le pasaba lo mismo que a otros gaditanos de perfil alto (podríamos citar 10 ó 12 nombres), que muchas personas no se explican cómo no han sido alcaldes de Cádiz, a la vista de lo que se ve, y de cómo han puesto el nivel. Por supuesto, ahora lo glamuroso es no ser alcalde, ni nada que se le parezca.

Ahora, en Cádiz, entre el coronavirus y las circunstancias, todo lo que huele a Cultura o Universidad está medio parado. Hay excepciones, como el intento de la Real Academia Hispano Americana por perserverar, que se plasmó el miércoles en el ingreso de ese buen poeta retornado que es José Ramón Ripoll. La Universidad no está de moda. Si ves la televisión parece que sólo sirve para blanquear de día a los estudiantes que montan botellones por las noches.

O tempora!, o mores!, que decía Cicerón en el Bachillerato. El drago de Eduardo viene de otros tiempos, cuando los rectores llegaban a consejeros de la Junta de Andalucía, aunque a él nunca lo nombraron.

José Joaquín León