EL equipo de gobierno municipal del alcalde Kichi está muy satisfecho por el avance de las obras en el Palacio de Recaño, para convertirlo en el Museo del Carnaval. Esta vez va en serio. Ya he comentado que en Cádiz no podemos creernos ninguna obra pública mientras no se vea un albañil. En el Palacio de Recaño se ve incluso maquinaria pesada, con los trabajos que realiza la empresa Bauen. Esas obras confirman el peso específico que tiene el Carnaval en Cádiz. Está bien, pero no se puede utilizar como excusa para anular otros proyectos importantes, que eran compatibles y que podrían dar prestigio, atraer a expertos y profesionales, y ayudar a que Cádiz salga de la mediocridad cuasi pueblerina en la que se puede quedar si no se remedia.

Para el Palacio de Recaño hubo otro planteamiento. Es decir, que el Museo del Carnaval tuviera otro edificio (como en principio intentaron con el fiasco de ubicarlo en el barrio de la Viña) y allí se proyectara algo diferente: una sede para temas jurídicos, similar a una Academia de Jurisprudencia, como las que hay en otras ciudades iberoamericanas. Ese proyecto fue defendido por el Colegio Oficial de Graduados Sociales. Sin embargo, como llegó firmado por su presidente, José Blas Fernández, que también era concejal del PP, los gobernantes de Por Cádiz sí se Puede (entonces podemitas) no le hicieron caso, y lo ningunearon.

La propuesta era interesante y con sentido. El edificio del Palacio de Recaño albergó la primera sede del Tribunal Supremo español, creado en 1812, según lo dispuesto en el artículo 259 de la Constitución de Cádiz. Esa primera sede tuvo una importancia capital. Así se puso de manifiesto en los múltiples actos con presencia de juristas organizados en 2012, durante el Bicentenario, cuando ya se esbozó la posibilidad de que Cádiz contara con esa entidad jurisprudencial, y que recibiera apoyo del Gobierno, la Junta, el Ayuntamiento y los colegios profesionales.

Una vez que se perdió la oportunidad en el Palacio de Recaño, queda la posibilidad de dedicarle algún espacio a ese proyecto (u otro similar) en la Ciudad de la Justicia. En los Depósitos de Tabacalera dispondrán de espacio suficiente para establecerla allí. En principio, parece que aquella propuesta de Pepe Blas Fernández podría ser tomada en consideración por la Consejería de Justicia, cuyo titular es Juan Marín, de Ciudadanos.

Está bien presumir de Carnaval y dedicarle un museo. Pero es triste que Cádiz se limite al folklore y a ser los graciosos de España. La ciudad tiene un pasado glorioso, que no sabe aprovechar ni recuperar.

José Joaquín León