EN la ciudad de Cádiz, siendo las nueve de la mañana o por ahí, el jurado del COAC no hará públicos los premios. Pasará a la historia que por culpa de un coronavirus asqueroso prohibieron el Carnaval de Cádiz en 2021. Peor todavía que en los tiempos de Franco, cuando inventaron las Fiestas Típicas Gaditanas. Después saldrá Pablo Iglesias diciendo que esto no parece una democracia. ¿Por quién lo dirá? Hoy era la noche de los cuchillos largos. Hoy era cuando Kichi y su equipo de gobierno se disfrazarían. Hoy era cuando los afortunados en el sorteo acudirían al Falla. Hoy era cuando las agrupaciones de siempre y dos sorpresas cantarían en la gran final. Hoy era la noche más larga y más esperada por la afición.

El concurso que nunca vimos. Así que en estos días de coplas frustradas, mientras la gente más carca escuchaba los míticos casetes de El Melli, otros se consolaban con los programas de Onda Cádiz y Canal Sur. Todavía algunos lamentan: las agrupaciones debieron apostar por el Carnaval virtual. Es decir, ya que estaba prohibido (como en los viejos tiempos) ir por las calles caminito del Falla, sin arriesgarse al toque de queda, y a que aparecieran los queus, y sin acabar en la Prevención como El Carota, pues entonces, como digo, buscar otras soluciones.

Hubieran pasado, según los espíritus vanguardistas, por un concurso de repertorios a través del Zoom (no es lo mismo que los zombies de Martínez Ares), que permitiera integrar en videos a toda la comparsa o la chirigota. Con los coros hubiera sido más complejo, aunque no imposible. Y esas recreaciones virtuales de los repertorios echarlas a competir sanamente, sin coronavirus por medio, ya que cada cual cantaría en la salita de su casa, o donde más le apeteciera.

Pero un concurso virtual no le gustaría al buen gadita. ¿Cómo te van a dar un cajonazo telemático? Y los pelotazos serían como en el VAR. Se perderían las más arraigadas costumbres. Por ejemplo, en un Carnaval virtual del Zoom sería menos vistosa la exhibición de una pancarta reivindicativa, no se disfrutaría igual de las tertulias en el bar, no se vería a los concejales y al alcalde en el palco, nillegarían autobuses de Villanueva del Trabuco o Pedrera.

El Carnaval virtual está verde. Y no lo digo por las picardías de las coplas, sino porque fue concebido para cantar en directo, y necesita su paraíso. En el COAC no funciona el teletrabajo. Y, para colmo, Kichi está pensando en retrasar el concurso de 2022. Menos mal que ya no está Teófila para los repertorios. Hagan penitencia en Cuaresma, que aquí se está notando la mano del diablo.

José Joaquín León