ORGANIZAR un Trofeo de Coplas o recital de agrupaciones de Carnaval, en la playa Victoria y en agosto, coincidiendo con la final, parece una buena idea. Aunque no es nueva, porque ya hubo actuaciones nocturnas en la playa, siendo alcalde Carlos Díaz, e incluso antes. A las barbacoas se llegó como una evolución nefasta, pasado el tiempo. Y, a las horas del amanecer, era costumbre cantar y bailar los duros antiguos, en ciertos casos con evidentes síntomas de intoxicación etílica y de otras sustancias. Pero, bueno, eso es historia. Para la hostelería del Paseo Marítimo será rentable que les organicen ese festejo. Aunque habrá que ver las circunstancias. Porque, si no se prohíbe el acceso a la playa, puede ser más de lo mismo.

A priori, contratar a las 14 agrupaciones finalistas del Carnaval, para cantar esa noche, ya garantiza el éxito de público. En Cádiz siempre parece que hay una nostalgia de fiestas típicas. A los veraneantes se les ofrecerá la oportunidad de presenciar las actuaciones de famosas agrupaciones, con autores que les suenan, pues son los que han ganado los premios. Y sin pagar, a diferencia de los Martes de Carnaval. Se puede esperar una nutrida asistencia, incluso superior a los últimos años de barbacoas.

Otra cuestión es el ambiente. El entorno limpio no se garantiza con la presencia de los 14 finalistas. Puede ser como el de la plaza de San Antonio en la noche del sábado del Carnaval. Allí también actúan agrupaciones premiadas, después del pregonero Pedro el de los Majaras, o quien resulte agraciado cada año. Acuden cientos de jóvenes que ni siquiera prestan atención a las coplas, sino que charlan a voz en grito y beben lo que beben, pues han ido para eso. Según avanza la noche, a las tres de la madrugada no hay perdón, sino que algunos ya no se orientan. Y las necesidades físicas no desaparecen con las coplas de una comparsa.

Podemos encontrarnos con unas Barbacoas Bis en el sábado noche del Trofeo Carranza. Sin asados al carbón y con coplas de Carnaval; pero con bastantes tajás, pues no se implantará la ley seca, sino más bien al contrario. Se supone que el evento estará organizado a mayor gloria de los bares beduinos y marítimos. Aunque con el riesgo obvio de que proliferen botellones de muy difícil control. A la mañana siguiente, habrá que limpiar, y bien, ya lo verán.

La primera idea, tras el cambio, era mantener las barbacoas. La segunda fue prohibirlas, el año que viene, si el dios laico quiere. La tercera parece que es reconvertirlas y que suenen coplas de fondo.

José Joaquín León