HEMOS llegado a otro de los grandes acontecimientos del turismo provincial: el finde de las motos de Jerez. Junto al Carnaval, la Semana Santa y el verano, es la alegría de los hoteles de nuestra provincia. Siempre se llenan y siempre se baten récords, según los datos de Horeca. Un acontecimiento que se debe considerar portentoso: si han alcanzado el máximo de ocupación, ya no se podría seguir llenando más que el año anterior, excepto que la oferta aumente. No pregunten cómo, pero lo consiguen. El impacto económico también es mayor cada año. Ya se habla de casi 300.000 visitantes, que dejarán unos 28 millones de euros, o así.

El impacto acústico, que es el ruido, también debería ser mayor cada año, en justa correspondencia, pero sobre eso no se dice nada, sino que os aguantáis, que son tres días. También aumenta el número de policías y guardias civiles velando por la seguridad, que serán más de 2.700, según dijo Antonio Sanz. Y el número de entradas vendidas en el Circuito de Jerez, y lo que haga falta.

Por el contrario, se ha criticado el número de azafatas floreros, sexistas o yo no sé qué. A las feministas y feministos de Ganemos Jerez no les gustan y se pronunciaron en contra, aunque Dorna sigue adornando. En tiempos franquistas, estas cosas de la moral con el largo de las telas correspondían a los censores nacional/católicos; pero ahora es izquierdismo puro de salón de plenos. ¡Las vueltas al circuito que da la vida! A este paso, pedirán que los premios de Jerez se entreguen con burka.

La Motorada fue un gran descubrimiento para el turismo de la provincia, que hoy se aprovecha de las circunstancias. Me refiero a las circunstancias de haber construido un circuito, calificado en su momento de ruinoso, en el que el Ayuntamiento de Jerez y la Junta de Andalucía soltaron la pasta, a unos niveles imposibles en estos tiempos de recortes. Mañana mismo lo iban a permitir en Bruselas, después del Brexit. Pero eran otros tiempos (los de la revolución sexual, cuando ponían películas verdes codificadas en el Canal Plus de la trama, y ya no había censores) y se gastaba con rumbo. Y sobre esos cimientos se construyó el Circuito y todo lo que ha llenado los hoteles.

El artífice del éxito, un señor llamado Pedro Pacheco Herrera, es de los pocos políticos que ha terminado en la cárcel, donde todavía se encuentra. Son las paradojas de la vida, en este país, en el que ahora casi todo es lo contrario de lo que era antes. Excepto si enseñas un canalillo o un ombligo, que era pecado con Franco y ahora también.

José Joaquín León