DESDE la primera vez que la oí me llamó la atención, esa frase que suena a tópico: nadie es profeta en su tierra. En Cádiz es una grandísima verdad. Como tantas cosas, la frase tiene un origen cristiano. En el Evangelio de Lucas (4:24) se pone en boca de Jesús, que afirma: “En verdad os digo que ningún profeta es aceptado en su propia tierra”. Lo decía por Él mismo, que sería más valorado por los gentiles que por los judíos. En Cádiz sirve para todo. El gaditano que no triunfa fuera es como de andar por casa, poquita cosa. En Cádiz la gente siempre valora más al forastero. Por ejemplo, el Beato Diego de Cádiz sería santo desde el siglo XIX, si hubiera sido el Beato Diego de Sevilla o de Granada. Y no le exigirían que fuera un progre posmoderno en el XVIII. Pero no es una excepción.

Ninguno de los alcaldes democráticos ha nacido en Cádiz: Carlos Díaz en Sevilla, Teófila Martínez en Santander y José María González Kichi en Rotterdam (Holanda). Han sido gaditanísimos después, pero la cigüeña los soltó en otras tierras. En el régimen anterior, la familia de alcaldes Carranza era de origen gallego y Ramón nació en Ferrol, si bien su hijo José León era gaditano. Otro hijo, también llamado Ramón, nació en Cádiz, se fue a Sevilla, llegó a alcalde de Sevilla y presidente sevillista e inauguró el estadio Sánchez Pizjuán. En Sevilla le dedicaron una Avenida Ramón de Carranza, que pasó a llamarse Flota de Indias (por la memoria), pero le han dejado al lado su rótulo: Antigua Avenida Ramón de Carranza.

¿Y en el fútbol qué? En el Cádiz CF son más o menos titulares José Mari (de Rota), Iza Carcelén (de El Puerto) y Salvi Sánchez (de Sanlúcar). También ha venido el jerezano Martín Calderón. Pero este año, en vez de pedir la cesión del roteño Fer Niño, que tenía antecedentes amarillos, y que ha marcado goles con la selección sub-21 y es titular del Mallorca, ha venido Andone, un fichaje de alto riesgo. Y por Manu Vallejo, el chiclanero del Valencia, no se tomaron el mismo interés que por el Sobrino de Cervera. El año pasado no quisieron al barbateño Bryan Gil, porque no iba a correr detrás de los defensas, sino los defensas detrás de él. Tampoco ficharon al sanluqueño Lazo, que era el mejor extremo de Segunda. Ni han recuperado al barbateño Pejiño, que se fue a Las Palmas y es allí una figura. Y Bastida, el internacional sub-18, a ver cuántos partidos juega de titular en el Cádiz, antes de estropearlo.

El gaditano que quiera triunfar se debe ir, cuanto más lejos mejor. Es preferible ser alcaldesa de París que de San Fernando. Y después que vuelva de vacaciones en agosto, o compre un piso que no sea turístico.

José Joaquín León