AL menos los cambios de calles en el nomenclátor de Cádiz han servido para algo positivo: para que el PSOE se quite la careta del Carnaval. El PSOE Local es la muleta de Kichi y le han corregido y aumentado el mamarracho, cuando se lo podían tumbar, o al menos reconducir. A partir de ahora, su credibilidad como oposición a Kichi es ninguna, si es que tenían alguna. Llevan desde 1995, cuando perdieron la Alcaldía, dando palos de ciego. Los cambios de nombres que ha propuesto el Ayuntamiento del megáfono, tal como se han presentado, incluyen varios casos absurdos. Por cierto, les ha faltado devolver su calle a Carlos Marx, nombre que pusieron a la de Feduchy en 1932, durante la Segunda República. Esa calle se llamó Comedias, antes de Feduchy y Marx.

Hay una desproporción entre la importancia histórica de algunos personajes y personajas y las vías que les asignan. Y se completa con un caso desternillante, que es quitarle la calle al alcalde Manuel de la Pinta donde la tiene para dedicársela en la actual avenida Fernández Ladreda. Esto planteará un problema importante a Correos y a las empresas de distribución y reparto, al existir una calle con el nombre que tenía otra que no es la misma. Parece mentira que un Ayuntamiento cometa fallos tan perjudiciales, que nada tienen que ver con la Memoria Democrática, sino con su inutilidad congénita. En esta remodelación, lo más pintoresco es que no sólo van a eliminar calles de personajes que tuvieron alguna relación con el franquismo, o que vivieron en ese tiempo. También van a caer personajes históricos anteriores. Algunos murieron antes de que naciera Franco.

Alcaldes como Juan de Dios Molina, Sánchez Cossío y el ya mentado Manuel de la Pinta se han quedado sin sus calles, aunque a este le han asignado otra. Es como si quitan la de Arbolí y la ponen en Veedor. Es raro que a Carlos Díaz no lo trasladen a una calle de Bahía Blanca. A Hibiscos, por ejemplo. Y si querían poner nombres de mujeres, es obvio que la alcaldesa Teófila Martínez acumuló méritos superiores a muchas señoras a las que se las van a dedicar.

La calle del Proletariado del Metal es discriminatoria, como la de la Sanidad Pública, que olvidó a los parias de la Privada. La del Proletariado del Metal excluye a la Construcción, los Servicios, la Agricultura, etcétera. Se la pueden dedicar a todo el Proletariado, o a la Dictadura del Proletariado, que es la que le gusta a Kichi.

Con estas cosas se distrae a los gaditanos y se desquicia a los carteros y repartidores, que tampoco tienen calle en Cádiz. Otra injusticia.

José Joaquón León