UN reconocido escritor gaditano, llamado José María Pemán, considerado fascista hoy en día y liberal monárquico cuando lo escribió, publicó en 1970 un libro titulado Mis almuerzos con gente importante. Un reconocido escritor no gaditano (nacido en Barcelona), llamado Manuel Vázquez Montalbán, considerado comunista cuando lo escribió y olvidado por los comunistas de hoy en día, publicó en 1984 un libro titulado Mis almuerzos con gente inquietante. En la España del último tercio del siglo XX, los buenos escritores y periodistas de la derecha y la izquierda, como Pemán y Vázquez Montalbán, además de artículos, podían escribir libros en los que se referían a personas con las que simpatizaban más o menos, pero con las que habían convivido. Además, los almuerzos de antes no eran como los de hoy en día. Y no se anulaban por un quítame allá esos virus.

Todavía pueden conseguir esas obras en algunas librerías de ocasión y de segunda mano, o en Amazon, que se han convertido en el panteón de los escritores ilustres a los que no reeditan hoy en día, ni a los de derecha ni a los de izquierda. De manera que se está perdiendo la verdadera memoria histórica, además de los almuerzos. Y ahora hablan sobre la memoria unas personas que no han vivido esas historias, y que por tanto no pueden tener memoria, sino que hablan de oídas y actúan por odio.

Pemán y Vázquez Montalbán utilizaron los almuerzos como referencia para escribir libros de memorias y biográficos. Hoy en día a Pemán se le considera un carnicero gaditano y a Vázquez Montalbán un gastrónomo previo a las estrellas de Michelín, por lo que ambos almorzarían bien. Si levantaran la cabeza, no sé yo lo que pensarían, ni lo que escribirían, viendo lo que se ve. Pero es seguro que las iban a pasar canutas para almorzar, porque no se sacaron el pasaporte Covid.

Es una pena que el memorialismo de primera mano y de cuchara se esté perdiendo, como tantas cosas. Hoy en día escribir es llorar, como en los tiempos de Mariano José de Larra; y almorzar también es para llorar, como en los años del hambre. Cuando no limitan el número de comensales te piden el pasaporte Covid que no le exigen al camarero; y cuando organizan un almuerzo de empresa te lo anulan a los pocos días, y dejan al restaurante compuesto y sin teletrabajo. ¡Cuánto ha cambiado todo! Recuerdo los antiguos almuerzos de trabajo en El Faro, de Gonzalo Córdoba, cuando era digno de ver cuánto se trabajaba y cuánto se almorzaba en Cádiz. No sé a dónde vamos a llegar. Parecemos surferos, en lo alto de las olas.

José Joaquín León