LA subida de la factura de la luz en Cádiz está dando mucho que hablar. Todavía nuestro alcalde Kichi no le ha echado las culpas al malvado Putin, como dijo Pedro Sánchez en el Congreso de los Diputados. Y es verdad que Putin tiene una parte de la culpa, no lo vamos a negar, pero también es verdad que el precio de la electricidad estaba subiendo a lo loco desde antes de que el tirano ruso invadiera Ucrania. Entonces la culpa era de las compañías eléctricas, que se enriquecen a costa de la pobre gente, según dijeron. Como se ve, la culpa nunca es del Gobierno de España, que puede adoptar medidas; ni tampoco, en nuestro caso, del Ayuntamiento, que está en el proceso de arruinar a Eléctrica de Cádiz, la operadora gaditana que pronto puede dejar de ser gaditana. Ni gaditana, ni nada, sino dejar de ser, por inviable.

En el plazo de un año, el precio de la electricidad se ha multiplicado por diez. Es decir, que ha subido un 1000%. Uno de los motivos es que el precio de referencia lo aporta el gas, que es lo más caro. Y que el Gobierno de Sánchez bajó el IVA, pero lo mantiene al 10%. Cuanto más sube el precio de la luz, más recauda el Gobierno con el IVA, aunque hubiera reducido el tipo que aplica. Es decir, no es lo mismo un IVA al 10% sobre 50 euros que sobre 500 euros. Y la diferencia la paga la pobre gente.

El problema en Cádiz se complica por una decisión empresarial equivocada. Es lo que pasa con los directivos. Si el directivo o la directiva se equivocan con la decisión, eso repercute en los ingresos de la empresa y tiene un coste. Admirable resulta que dijeran que las pérdidas han sido de 14 millones de euros y a los pocos días explicaran que “sólo” eran de siete millones de euros. Se ve que las sumas y las restas no son lo suyo. Se pueden equivocar en varios millones, como si nada.

La pobre gente se ríe, por no llorar, cuando escucha que van a indexar la factura. Ahora a eso se le llama indexar, por no decir otra cosa. Pero también hay que reírse si el presidente de Eléctrica de Cádiz, José Ramón Páez, reconoce que no le había prestado la debida atención a la compañía. O si Alba del Campo, la asesora contratada (contratada en un pack de dos con otro asesor del alcalde), dice que dimite “por motivos personales”. En vez de decir que dimite porque pasa lo que pasa.

¿Y qué diría el alcalde Kichi si esta ruina la hubiera montado otro partido por su ineptitud? El amateurismo en la política tiene esas cosas. Llega un momento en que afecta al bolsillo de la pobre gente. Con Putin, o sin Putin, es un palo, por no decir una gran putinada.

José Joaquín León