UNA característica esencial de lo gaditano es pensar que todo lo de fuera es mejor. Por lo que es conveniente inspirarse en otras ciudades. Un ejemplo más se ha visto en el Puerto de Cádiz. La semana pasada, con muy buenas intenciones, una representación institucional entre quienes se encontraba el alcalde, José María González; el presidente de la Autoridad Portuaria, José Luis Blanco, así como ediles de la trama gaditana de la oposición, acudió a Málaga a conocer de cerca la integración del Puerto malagueño. Todos unidos, sin insultarse por el camino. Allí hablaron con el presidente de la Autoridad Portuaria de Málaga, Paulino Plata, que les explicó los pormenores de esa integración, que se realizó cuando él era consejero de la Junta de Andalucía en Sevilla.

Esto significa que para la integración del Puerto de Cádiz se van a inspirar en Málaga. Aunque también podrían fijarse en los puertos de Barcelona y Alicante, a donde no consta que vayan a viajar para buscar más pistas. No obstante, Málaga es Málaga y Cádiz es Cádiz. A efectos de población, Málaga es casi como cuatro veces Cádiz, aunque en el siglo XVIII (el del Tricentenario) el puerto de Cádiz era mucho más importante que el de Málaga. Investiguen lo que pasó en esos 300 años, no sólo en 30.

Por centrarnos en los últimos años, no se limiten al puerto. Resulta que allí han conseguido que el Museo Picasso sea uno de los más importantes de España; y que además cuentan con un Museo Thyssen (tras las gestiones con Tita Cervera) y con una sede en modo franquicia del Centro Pompidou de París, para potenciar el arte contemporáneo. Al alcalde de Málaga, Francisco de la Torre, le dio porque su ciudad se convirtiera en la capital andaluza de los museos.

Aquí y ahora, ya se está viendo lo que pasa. El Museo de Cádiz, que debía ser una joya de la ciudad, tiene la ampliación pendiente, que es como la revolución pendiente: algo que no ocurre nunca. En cuanto al arte contemporáneo, ahí está el ECCO, en trance de extinción. Por no insistir con los depósitos de Tabacalera, que iban a ser como el Matadero madrileño. Desgracias así.

Inspirarse en Málaga no es tan sencillo. Además, aquí salen pasos con cargadores y horquillas, mientras que allí salen tronos y tocan una campana en vez de un martillo. Sin olvidar que cuando los insumisos torpedean un proyecto de Antonio Banderas, por ser de la trama o lo que sea, él les da un corte de mangas simbólico, con mucha naturalidad, y se quita del rollo. Son ciudades diferentes, con mentalidad distinta.

José Joaquín León