TODOS los años se monta algún escándalo en esta provincia porque se ha perdido una bandera azul. El año pasado se perdieron las de El Puerto de Santa María, que por fin han recuperado. Así que la bronca se ha trasladado a Chiclana, el buque insignia del turismo veraniego y del sanchismo socialista, donde se mantiene la enseña azul de La Barrosa y se pierde la de Sancti Petri. Por un problema con las depuradoras, el fósforo y el nitrógeno, según explicó el concejal de Medio Ambiente y Playas, Joaquín Páez, al que le ha tocado ese marrón. Porque este verano habrá que explicar a la gente por qué se cumple el nivel de depuración del fósforo, pero no del nitrógeno, y otros problemas químicos de los mares.

Al veraneante y a la veraneanta lo que le interesa es si se puede bañar o no, sin que le salgan sarpullidos o perciba elementos sólidos extraños flotando misteriosamente. En ese sentido, se debe advertir que te puedes bañar en las playas de Chiclana sin problemas. Teniendo en cuenta los precios de los hoteles del lugar, no es conveniente espantar a la clientela. En otras zonas estas cosas se miran con lupa. Y siempre auguran catástrofes cuando se pierde una banderita.

Porque esa es otra. Los insumisos que van de verdes por la vida suele acampar en las playas más guarras. Me refiero a las que no tienen bandera azul, ni depuradoras, ni duchas, ni nada para lavarte los pies, o hay chiringuitos que dan miedo. Dicen que son playas naturales, salvajes, de verdadera naturaleza. Son esas playas donde todos los veranos se ahogan dos o tres alemanes y alemanas, así como varios bañistas valientes que se lanzan a rescatarlos y no sabían nadar. Y no había lanchas de salvamento municipalizadas para rescatarlos.

Pues a esas playas sin banderas van estos insumisos verdes, incluso con perros y flautas. A veces se acompañan de elementos de percusión, útiles para estropear las puestas de sol, que otros contemplan con gin tonics en los chiringuitos salvajes. Por eso, la verdad es que a los más verdes no les debe importar que se pierda una bandera azul. Y en el Ayuntamiento de Chiclana tampoco, porque ellos son de los más rojos del PSOE, por la parte de Pedro Sánchez, veraneante del lugar, que por ahí se hizo amigo de la alcaldesa de París, Anne Hidalgo, otra veraneanta ilustre. Aunque ella va con la tortilla de papas a la playa, como todo el mundo.

Ya verán como el año que viene, si Dios quiere, vuelve a aparecer la bandera azul que se ha perdido en Sancti Petri. Aprendan de Cádiz, donde Kichi mantiene las cuatro banderas azules de Teófila. Y todavía no se le ha ocurrido ponerlas moradas.

José Joaquín León