A la vera del reputado edificio de Valcárcel, están los dos ficus del Hospital de Mora, que admiran a los guiris que los ven por primera vez. Ahora están de actualidad, porque les han quitado la parada a los taxistas y quieren evitar el tráfico. Se supone que el Ayuntamiento lo va a limitar sólo en la glorieta llamada de Carlos Cano, a la vera de los árboles, ya que en esa ronda exterior que es la carretera del Campo del Sur, el tráfico es necesario, salvo que quieran dejar incomunicado a más de medio casco antiguo. Dicho eso, también digo que a los ficus hay que cuidarlos, pero sabiendo cómo son.

Al escribir o hablar de los ficus del Hospital de Mora incurrimos en una licencia poética. Puesto que el Mora ya no es un hospital. Fue un hospital cuyo nombre se recuerda en Cádiz, aunque no celebró su centenario. Fue construido a principios del siglo XX y fue cerrado a finales del mismo siglo, siendo alcalde Carlos Díaz, al que le quitaron casi todo lo que había en Cádiz: facultades, fábricas, hospitales… Una lástima. Con amigos como los que tenía en el PSOE no necesitaba enemigos en el PP.

Pero esa es otra historia. Los ficus centenarios del Hospital de Mora no existían cuando se reunieron las Cortes de Cádiz. Quiero decir que tienen poco más de 100 años, ya que fueron plantados a principios del siglo XX, delante del hospital. Curiosamente, los regalaron unas monjas. Y ahora viene el problema: los ficus centenarios, a partir de que cumplen un siglo, se ponen la mar de crecidos. En la sevillana Triana, un ficus centenario fue talado porque se iba a cargar el tricentenario templo de San Jacinto. Los ecologistas protestaron. Y se paralizó la tala cuando ya estaba casi talado.

Los ficus centenarios, cuando se les cae una rama, tienen un peligro mortal. Y eso ya se ha visto en la glorieta de Carlos Cano. El ficus está con muleta, porque las ramas pesan una barbaridad. En el mismo lugar, Martín Vila cortó el tráfico con las obras del verano, que al parecer no se podían aplazar al invierno porque la Diputación había puesto ese plazo para aportar los fondos. ¿Y no se pudo hablar para aplazarlo? Vamos, que la Diputación no está en Bruselas, sino en la plaza de España peatonal.

Los ficus, mientras tanto, siguen creciendo, son talluditos. Si los vemos así, con poco más de un siglo, imagínense lo que puede pasar cuando cumplan dos siglos. Todo tiene su fin, según cantaban Los Módulos, un conjunto antiguo, de los tiempos del Hospital de Mora. Esos ficus van a ser un gran problema, y convendría que busquen una solución más pronto que tarde.

José Joaquín León