CÁDIZ y Sevilla son dos provincias andaluzas que funcionan en la práctica como si fueran una. Eso hay que tenerlo en cuenta al hablar de las conexiones de la autopista AP-4 y la autovía Nacional IV. Los flujos y desplazamientos entre Cádiz y Sevilla son los propios de un área metropolitana amplia. Si no fuera por el catetismo que sufrimos en nuestra Andalucía, y por las rivalidades aldeanas, las sinergias funcionarían mejor. Pero no voy a entrar en aspectos filosóficos, ni en detalles de macroeconomía. Entre Cádiz y Sevilla hace falta una autopista (de peaje barato) con tres carriles en cada sentido y una autovía gratis completa. No hay que elegir entre lo uno o lo otro, sino exigir al Gobierno ambas infraestructuras.

Dijo el presidente de la Diputación de Cádiz, Juan Carlos Ruiz-Boix, que el PSOE ha socializado la autopista porque suprimió el peaje, y que al facilitar el uso se colapsa más. Más que socializarla se la han cargado, por no haber previsto las consecuencias. Se ha colapsado porque la han llenado de camiones, que complican la movilidad y el tráfico turístico, en un área densamente poblada, distribuida en una distancia de apenas 100 kilómetros. Área que necesita rutas alternativas, también para el transporte de mercancías de larga distancia.

No hay una ruta alternativa, al no haberse finalizado la autovía de la N-IV, entre Jerez y Los Palacios. Entre Cádiz y Jerez ya existe, y se nota claramente en el menor tráfico de la AP-4 en ese tramo. Como recordó el presidente de los empresarios gaditanos, Javier Sánchez Rojas, sólo faltan 60 kilómetros para terminar esa autovía. ¿La van a dejar inconclusa? Sería una gran chapuza y un despilfarro. Además, las obras del tercer carril contribuirán a colapsar más la autopista si se ejecutan antes de terminar la ruta alternativa.

Hay otra cuestión de la que se habla menos. Es el tremendo deterioro, con baches y grietas, que presenta la autopista en los últimos meses. Ya está influyendo en la siniestralidad. Hay más accidentes y más víctimas. Deterioro agravado por el aumento de vehículos pesados. Y por la inexistencia de un mantenimiento constante, que antes realizaba la concesionaria Aumar, y que ahora no cumple el Estado como debiera, tras la supresión del peaje. El terreno donde está construida es frágil y obliga a frecuentes reparaciones, que ahora se demoran, o no hacen.

Están creando un monstruo, que va a convertir en una ratonera los desplazamientos entre Cádiz y Sevilla. Hay que socializar el sentido común, para invertir más y mejor en las infraestructuras.

José Joaquín León