SEGUNDO miércoles de Cuaresma, dos días después del Vía Crucis de las Hermandades de Cádiz, con el Cristo de la Humildad y Paciencia, y seguimos escribiendo de Carnaval. Para que luego digan que algunos artículos son como los de Doña Cuaresma. Quiero dejar claro, para mi club de fans anónimos, que yo no he escrito nunca artículos de Doña Cuaresma, ni siquiera cuando era director de Diario de Cádiz. Aunque podría revelar cómo se llama en verdad esa señora, soy muy bueno guardando secretos en el baúl de los recuerdos. El Carnaval ya se ha terminado, a Dios gracias, aunque se ha hecho de rogar, y todavía quedan por ahí algunos jartibles para el segundo domingo de Cuaresma.

Con los jartibles se acabaría fácilmente, organizando un concierto público en la plaza de la Catedral el segundo domingo de Cuaresma, con la banda de cornetas y tambores del Rosario de Cádiz y las agrupaciones musicales de esta ciudad, incluso invitando a la de Virgen de los Reyes de Sevilla, que está muy de moda. Pero tampoco hay que entrar en colisiones, que todo es compatible cuando hay buena fe y no se incordia.

Como balance póstumo del Carnaval de 2023, lo más sustancial es que necesita un replanteamiento. Es la fiesta de Cádiz más popular fuera de la ciudad, tiene repercusión económica, aspira a ser declarado patrimonio inmaterial de la Humanidad y a inaugurar un museo o algo parecido. Merece ser defendido. Pero hay síntomas de agotamiento del modelo. Fuera de Cádiz están proliferando otros carnavales, que no le hacen competencia, pero que se la pueden hacer, si no se consigue una superioridad real.

El concurso del COAC se está quemando, como la bruja Piti. Hay fallos que se agravan, de año en año. Las funciones terminan muy tarde y son larguísimas. Las sesiones del COAC deberían empezar dos horas antes y terminar tres horas antes. No es imposible de conseguir. También deberían reajustar los cuartos que no son cuartos y las semifinales que no son semifinales. Y volver a una final de tres agrupaciones por modalidad, que asimismo empiece más temprano.

Los aficionados se quejan: no hubo iluminación extraordinaria, no hubo exornos especiales, no hubo fuegos artificiales, no hubo piñatas... Por el contrario, sobraron los botellones cutres. Y no tiene sentido programar espectáculos musicales ajenos a esa fiesta.

¿Habrá cambios en el Ayuntamiento para 2024? El actual equipo de Gobierno se inhibe, como si los problemas no fueran suyos. No tienen soluciones. Kichi apostó por el Carnaval, y lo deja peor que antes.

José Joaquín León