SI ustedes no han visto todavía la exposición del Tricentenario, ubicada en la Diputación, vayan a verla. Con estas exposiciones casi siempre pasa lo mismo. Al día siguiente de la clausura, muchos se lamentan de que no pudieron verla. Así que mejor pronto que tarde. Coincidí con Fran González, el diputado del Tricentenario, algunos días después de ocurrir lo de Pedro y el lobo, y me preguntó al respecto. No por el PSOE, sino por la exposición. Yo le respondí que bien, pues me consta que está montada con ilusión, y además incluye documentos y piezas notables para conocer mejor el Cádiz del esplendor. Quizá lo peor es la ubicación. El edificio de la Diputación cumplió las funciones de Aduana en aquellos tiempos, pero el claustro no cuenta con las mejores calidades expositivas para mostrar ese material.

Se debe reconocer el mérito a quienes están trabajando por el Bicentenario. Con el inconveniente de sufrir la limitación de medios. A diferencia de otros grandes eventos que se han celebrado en España, este es un Tricentenario a lo pobre. El Bicentenario de la Constitución de 1812 iba a ser a lo rico, hasta que se acabó el dinero, en las vísperas, y se fastidió. Pero, en el Tricentenario, ha sido peor. Austeridad desde el minuto 1. El euro mirado con lupa. Las autoridades del Gobierno central del PP y de la Junta de Andalucía del PSOE pasando del asunto, por no incordiar a Sevilla, donde este traslado ya ni molesta ni deja de molestar, sino que se la refanfinfla, como dice Soraya.

Así las cosas, me llama la atención la exposición del ciclo Piezas para el Tricentenario que han montado en el Museo. Con un cuadro, un abanico y un mueble han organizado una exposición en una salita. Aprovechamiento máximo por parte de Juan Alonso de la Sierra, su director, al que no le tocó el Euromillones con el presupuesto.

Un cuadro titulado Retrato de familia del sueco Adolf  Ulrik Wertmüller; un abanico francés, fechado entre 1780 y 1790; y un bargueño de la época, chapado en caoba y carey, con elementos de latón dorado, que fue donado al Museo por Carmen Martínez de Pinillos, la señora de la casa de al lado. Pues en eso consiste la exposición. Igualito que aquel traslado de la primera Constitución de 1812 en un furgón blindado.

Por falta de ideas no iba a ser. Cada uno hace lo que puede. La sociedad civil y la sociedad incivil. El Ayuntamiento, por ejemplo, no hace nada, pero lo difunde. Ya sólo nos falta una Operación Kilo de alimentos, con motivo del Tricentenario Solidario. Se podría titular La Decadencia era eso.

José Joaquín León