HAN cambiado a medio Gobierno andaluz y la buena gente se ha quedado tan pancha y tan ancha. Total, han cambiado a quienes había que cambiar. Lo interesante es que ahora empieza el baile de máscaras. Apenas tomen posesión en las consejerías, podrían caer algunos delegados provinciales de la Junta. Con el consiguiente peligro en Cádiz. Pasa lo mismo que con los consejeros y consejeras: que los hay mejores y peores; y también los hay que no hacen ni la o con un canuto, ni son capaces de abrir la estación de autobuses, ni de poner en marcha el carril bici. Así que algunos tienen las barbas a remojar, y algunas puede que también.

En otros tiempos más oscuros, antes de que Internet acabara con tantos oficios, se contaba que los ministros y altos cargos temblaban cuando veían llegar al motorista con la notificación del cese. Pérdida de cartera, que se notaba en la ídem. Pues aquí pasa igual. Los consejeros y las consejeras metepatas ya no salen en la foto, junto a Susana Díaz, que ha pagado el cabreo con ellos y ellas; o junto a Chiqui Jiménez Barrios, que ha salvado el pellejo a pesar de los chicharrones de Chiclana; o María Jesús Montero, que permanece siempre a la espera de algo.

Interesante es el caso de Rosa Aguilar. Su carrera es como las rutas de las tapas. Deberían darle un pasaporte y que lo vaya sellando en todas las consejerías por las que va pasando. Estuvo en Obras Públicas, la mantuvieron en Cultura, y ha llegado a Justicia e Interior. Es una mujer que sirve para todo, lo mismo para presentarse con IU que con el PSOE; lo mismo para ser alcaldesa eurocomunista de Córdoba, ministra de Medio Ambiente con Zapatero, o consejera para todo con Susana. Así da gusto. El motorista de los nombramientos es amigo suyo.

Decía Susana Díaz que la sanidad y la educación son las joyas de su Gobierno, lo que más le preocupa. Pues al consejero Aquilino Alonso se lo ha llevado la marea blanca por delante y ha naufragado en río revuelto. Y a la consejera Adelaida de la Calle se la ha llevado la marea verde al otro barrio. Para colmo a ella, que fue excelentísima rectora de la Universidad de Málaga, le ponen como relevo a Sonia Gaya, una sindicalista de UGT. Al menos a Aquilino, que ha dejado la Salud en la UCI, lo ha relevado una doctora, Marina Álvarez, que era la gerente del Hospital Reina Sofía de Córdoba.

Ahora vienen días de incertidumbre, por lo que puede pasar. Se advirtió que la victoria de Pedro Sánchez tendría consecuencias. Estos infelices ya han pagado los primeros platos rotos. ¿Queda vajilla?

José Joaquín León