INDIGNACIÓN es el concepto que mejor resume lo sucedido en Barbate, tras la muerte de dos guardias civiles. La repercusión ha sido superior a otros antecedentes. Pero la indignación es como un fuego que arde y se apaga. A Grande Marlaska lo volvieron a reprobar ayer en el Congreso, tras romperse la mayoría denominada progresista. Ya le han pedido la dimisión seis veces y lo han reprobado tres. ¿Ustedes creen que le importa? Para ser efectivos en la lucha contra el narcotráfico y la delincuencia, hace falta sentido común, planificar las medidas necesarias, dotar de medios a los combatientes para ganar la batalla... Si se organiza una lucha, es para ganar, no para perder. Y el problema de fondo en Barbate, La Línea y las costas fronterizas gaditanas es que por ahora están ganando las mafias.

Enviar a la Armada invencible a luchar contra el tráfico de drogas en alta mar suena bien. Cambiaría la responsabilidad ministerial, que pasaría de Fernando Grande-Marlaska a Margarita Robles, por lo que necesitaría una coordinación interministerial. Después están los medios, pues el combate no sería de guante blanco. Y, si origina consecuencias, hay que asumirlas. No es descabellado que la Armada colabore, porque presta servicios contra la piratería en aguas internacionales. Aunque sólo cuando el Gobierno concede su permiso. Depende de dónde sea. En el Mar Rojo Pedro Sánchez no lo considera oportuno.

Sin embargo, las batallas se deben ganar en otros ámbitos también. Dotando de más medios y efectivos a la Guardia Civil, cuyo sistema operativo contra la droga ha empeorado claramente en los dos últimos años, por decisiones equivocadas del Ministerio. Pero ya vieron que el director general de la Guardia Civil no hace autocrítica, es como su jefe. También se debe atajar la complicidad de quienes colaboran en el lado equivocado. Serán más o menos, pero ahí están. Es una labor educativa, como dicen, y vuelvo a lo de antes: no vale siempre el guante blanco. Y no se debe descuidar la cuestión fiscal. Los narcos tienen propiedades: chalés, tapaderas urbanísticas para el blanqueo, vehículos lujosos, generosos gastos en efectivo… Son detalles que afectan a la Hacienda pública. Por ahí también se puede apretar. Porque sin tetas que amamanten no hay paraíso para el coladero que tienen montado.

Y no olviden las connivencias internas. O la importancia que tiene para Marruecos el negocio del hachís (quizá más que los tomates) y las buenas amistades del Viajero Ilustre. Todo ello forma un cóctel difícil de digerir.

José Joaquín León