SEGUIMOS en la octava civil del fallecimiento de Carlos Díaz. Al homenajear la trayectoria del primer alcalde de la democracia, resultaría injusto no elogiar sus aportaciones determinantes para las tres C de Cádiz: el Carnaval, las cofradías y el Cádiz CF. Desde luego, aquel alcalde no era el prototipo del gadita. Desde el minuto 1, le criticaron que había nacido en Sevilla. Vivía en Cádiz, y en Cádiz siguió tras su retirada. Cierto es que vivía en Bahía Blanca, que no está considerado el barrio más gadita. Y también es cierto que como sevillano era “fino y frío”, como los calificó Unamuno. No era miarma. Y, como gaditano, no era de rimas con Logroño, ni de romper horquillas, ni de gritar “esto es Cádiz…”, etcétera. Pero ahí quedó su aportación.

Para el Carnaval, se le debe considerar el alcalde que lo recuperó plenamente. Ya había pasado a febrero, pero se consolidó con su gestión en la Alcaldía. Acertó al poner a Pepe Mena y Carlos Mariscal al frente del tinglado. Carlos Díaz ejerció una labor arbitral, devolvió protagonismo a los autores y agrupaciones, y encajó las críticas con elegancia. Transformaron a las reinas y damas en diosas y ninfas, una finura griega que se extinguió con Kichi. Puede que aquel Carnaval haya sido un modelo por recuperar.

Carlos Díaz nunca fue corista, comparsista, chirigotero, ni mucho menos cuartetero. Tampoco fue cargador, ni siquiera penitente. Pero sí un ejemplo de la colaboración municipal con las cofradías gaditanas. Cumplió todas las normas protocolarias con el Nazareno, contando siempre con los sabios consejos de Antonio y Enrique Cabrera. Portó con gallardía el bastón de mando. Llegaron a gritarle “guapo” cuando bajaba las noches del Jueves Santo por la cuesta de Jabonería. También iba a Santo Domingo para los cultos de la Patrona. Y sobre todo colaboró con Rafael Corbacho y los responsables de las cofradías para que la Semana Santa tuviera un avance notable y pusiera los cimientos de la contemporaneidad.

Tampoco era un hincha de bufanda en Fondo Sur para los partidos del Cádiz CF. Su sitio estaba en el palco, al lado de Manuel Irigoyen. Le cedió el estadio al Cádiz CF, lo incluyó por vez primera (y definitiva a partir de ahí) en el Trofeo Carranza y facilitó las primeras obras de ampliación. El Cádiz intentó asentarse en Primera División, y después tuvo que lidiar con el caos, colocando a Rafael Garófano en la presidencia provisional.

Todo lo hizo sin darse importancia. También con la Universidad y otros asuntos. En aquel tiempo, la cuarta C de Cádiz era la de Carlos.

José Joaquín León