CUANDO llegó al poder municipal en 2015, la izquierda desunida gaditana (es decir, la izquierda a la izquierda del PSOE) se unió de cara la galería. Sin embargo, tropezaron con un problema grave: ya no se trataba de oponerse a todo lo que dijera Teófila, sino que se trataba de gobernar. Y no supieron adaptarse al cambio. Siguieron oponiéndose a todo lo que contribuyera al desarrollo y el progreso de Cádiz. No obstante, se mantuvieron en el poder tras las elecciones de 2019. La consecuencia es que en 2023 esta ciudad había perdido ocho años y se había convertido en un municipio más de la Bahía, incapaz de ejercer su capitalidad. Ahora estamos en la fase En busca del tiempo perdido. Y no me refiero a que lean a Marcel Proust, que tampoco les vendría mal.

Es natural, y responde a su idiosincrasia peculiar, que la izquierda desunida gaditana se siga oponiendo a todo lo que pueda contribuir al progreso de Cádiz. Un ejemplo lo hemos tenido con el proyecto para construir 800 viviendas (o sea, un barrio nuevo) en los terrenos de Navalips. Al parecer, en los tiempos de Kichi, sí querían esa promoción de pisos, pero ahora IU no está de acuerdo. No es coherente que estén organizando manifestaciones para protestar porque no hay viviendas para jóvenes y se opongan a la construcción de unas viviendas. Aunque no todos los pisos nuevos sean de protección, ni puedan ser para alquileres públicos.

Pero es lo natural de ellos. También se opusieron a que la antigua Residencia del Tiempo Libre fuera un hotel de cuatro estrellas. Una vez que está construido, no sé si habrán comprobado que con más hoteles hay más oferta turística. Por si no se han enterado, lo que más ha contribuido al crecimiento del PIB de España en los últimos meses es la llegada de turistas. El turismo, aunque no les guste, es el motor económico.

También pusieron todas las trabas posibles al hotel de Barceló en la estación de Renfe, según denunció la propia empresa. Y también han montado todas las protestas posibles al hotel del Campo de las Balas, donde ni ellos mismos saben lo que quisieran hacer, ya que aparecieron cuatro alternativas diferentes, todas peores que el hotel.

Y ahora tampoco quieren los pisos de la Zona Franca. Y cuando ven que pueden salir adelante, ponen piedrecitas. Después, cuando pierden votos, y Sumar anda por los suelos y se hunde en las encuestas, se preguntan por los motivos y no se lo explican. Realmente es inexplicable. Nadie lo puede entender. La oposición al progreso la ejercen los supuestos progresistas.

José Joaquín León