ENTRE los edificios singulares que adornan sin utilidad a la ciudad de Cádiz, uno de los más notables es el Palacio de Recaño. Vulgarmente, se debería llamar, con más propiedad, Palacio del Recaño de la Bernarda, pues allí se quiere meter todo y no entra nada. Todo el mundo lo conoce en Cádiz como el edificio de la Torre Tavira, que está a su vera. Dicho sea de paso, la Torre Tavira y su cámara oscura, gestionada por Belén González Dorao, es una de las pocas iniciativas productivas realizadas por empresarios gaditanos. Un atractivo turístico, como se dice ahora.

El antiguo palacio de los marqueses de Recaño es diferente. Ese edificio de la calle Marqués del Real Tesoro está en un enclave insólito, pues corona la gran cuesta del centro de Cádiz, que es la cuesta de la Murga, una calle empinada a la que extrañamente nadie ha incluido entre las 15 ó 16 propuestas para carrera oficial de la Semana Santa, a pesar de que arranca en el Palillero y es ideal para cargadores escaladores.

El edificio sirvió para diversos usos. Allí estuvo el colegio de las Hermanas de la Caridad, conocido también como la Torre Tavira, en el que se educaron miles de gaditanas, así como algunos gaditanos, ya que había clases de niños en parvulitos. Cuando el colegio de San Vicente de Paúl se quedó en Extramuros y se olvidó del centro (como otros colegios religiosos), la casa palacio de la Torre Tavira cambió de uso. Allí estuvo el Conservatorio hasta que se mudó a un edificio más feo en terrenos de Astilleros, pomposamente denominado Casa de las Artes.

Para que no falte nada en el palacio de Recaño, el Colegio de Graduados Sociales, que preside José Blas Fernández, pidió que se le conceda un uso judicial, ya que albergó al Tribunal Supremo en 1812. No sería para ubicar la Ciudad de la Justicia, sino para una academia jurídica, un centro de estudios, o algo así. Aquí se ponen centros de estudios, pero después no aprueban nada, o desaparecen sin dejar señas. Tampoco se olvide que antes de esa idea de Pepe Blas, se propuso que ubicaran allí el Museo del Carnaval. Es uno de los 20 ó 30 edificios prucede que el palacio de Recaño (que no es propiedad de la Junta, sino del Ayuntamiento) cumple otros nobles fines. Como Valcárcel o la Casa del Almirante son lugares fantasmagóricos, donde plantean fantasmadas, cantan fantasmas, y todo proyecto se entiende como propio de espíritus de otros mundos. Algún día pintarán rayas blancas para trazar un itinerario por los enclaves del Cádiz fantasmal.opuestos para tal uso.

José Joaquín León