YA tenemos otro invento de categoría en Cádiz: la Ciudad Educativa. ¿Y eso cómo se explica? Digamos que es una versión mejorada de la quimera de la Ciudad de la Justicia, para provocar carcajadas en la Ciudad que Sonríe, como fue calificada en otros tiempos, cuando la dicha ciudad justiciera ya tenía licencia; para nada, por cierto. En la reunión que mantuvieron el alcalde, José María González, y el nuevo delegado de la Junta de Andalucía, Juan Luis Belizón se planteó esta alternativa. Se trata de una propuesta demagógica, cuya única finalidad es buscar un enfrentamiento (de cara a la galería) entre la enseñanza pública y la concertada.

La idea, como se ha explicado en el Diario, consistiría en construir un “gran complejo”, en los terrenos de la antigua Casa Cuna (que en su día se destinaron a Ciudad de la Justicia), con dos edificios. Allí los niños podrían estudiar desde infantil hasta secundaria y bachillerato. Es decir, que pretenden construir un gran centro público para los niños de Bahía Blanca y San Severiano. Porque, como dice el alcalde González, esa zona (en la que, casualmente, suele ganar el PP) está “rodeada por colegios concertados”. Aunque está cerca el Instituto Columela, que era un referente público.

Ciertamente, no lejos de allí, además del colegio Argantonio de la familia García Gil (que es un centro concertado laico, de larga trayectoria y prestigio, fundado por el poeta José Manuel García Gómez), hay otros colegios concertados religiosos, asimismo muy reconocidos, como San Felipe Neri, las Esclavas, las Salesianas, o San Vicente de Paúl. Han prestado y mantienen un gran servicio educativo a la ciudad. Buena parte de la izquierda local ha estudiado en esos colegios, igual que sus hijos.

Eso no significa que se deba infravalorar la enseñanza pública. Al revés. Hay que mejorarla. Son compatibles. Pero no se puede culpar de sus males a enemigos que no existen. Si algunos centros públicos funcionan mal es porque están gestionados incorrectamente y carecen de medios; pero de eso tienen la culpa sus responsables políticos.

La Ciudad Educativa sería costosa e innecesaria. Gastarse el dinero público ahí es un derroche, porque la población infantil ha disminuido y la atención educativa está cubierta en esa zona mejor que en otras. Y, además, a la hora de que los poderes públicos inviertan en Cádiz, ya sabemos lo que pasa. En ese mismo solar, sin ir más lejos. O en el del Portillo, que lo tienen al lado. No se debería tratar a los gaditanos y a las gaditanas como si fueran tontos y tontas.

José Joaquín León