SIGO con los honores y distinciones que tanto gustan en Cádiz. No se me ha pasado por alto la petición de instalar un azulejo de “espíritu decorativo armonizando perfectamente con todo lo colocado hasta el momento”, en homenaje al gran revolucionario ruso Lev Davídovich Bronstein, más conocido en español como León Trotski. Dicho azulejo iría colocado en el edificio número 11 de la calle Buenos Aires, donde estuvo el Gran Hotel Roma, y donde residió Trotski durante 37 días a final de 1916, durante su exilio en España, precisamente 10 meses antes de intervenir en la Revolución Bolchevique, en la que participó junto a Lenin.

Aparte de residir algo más de un mes, y pasear, y acudir a la Biblioteca Provincial, no consta que Trotski (que había sido expulsado de Francia y estaba bajo vigilancia) liderase ninguna revolución en Cádiz, ni acampó con insumisos, ni mostró ninguna pancarta en los plenos municipales. Por ello, rematar el azulejo con la frase: “El pueblo de Cádiz agradecido. 2017” parece una exageración. Puede que lo hayan copiado de otros azulejos religiosos, pero a Trotski todavía no se le reconocen milagros.

Es verdad que este personaje histórico tiene algo de mártir. Eso sí. Pues Trotski fue asesinado en México, en 1940, por el español Ramón Mercader, que cumplía órdenes de Stalin. El comunismo soviético decidió el crimen del que había sido impulsor del Ejército Rojo y uno de los artífices de la Revolución, pero que después tuvo el grave desliz de discrepar con el camarada Stalin.

Por cierto que Trotski empezó como populista antes de la Revolución. En España, sus ideas fueron defendidas durante la Transición por la Liga Comunista Revolucionaria. Años después de que casi todos los dirigentes de la LCR se colocaran en el PSOE, apareció Podemos, algunos de cuyos líderes simpatizan con Trotski, lo que augura buena acogida al azulejo en cuestión.

A mí me parece correcto que lo pongan, como homenaje a un visitante ilustre del antiguo hotel. Pero me parecería mejor que la Delegación de Urbanismo de Martín Vila no hubiera rechazado la colocación de otro azulejo de la Virgen del Carmen en la cercana calle Adolfo de Castro, que contaba con el apoyo de los vecinos de la finca, y más de 3.000 firmas recogidas, muchas de ellas en el barrio del Mentidero.

Según Urbanismo, en Cádiz no se pueden colocar azulejos, aunque sí placas. Es de esperar el mismo tratamiento para Trotski. Quizá se deba conformar con una plaquita, como esas que le critican al Ateneo.

José Joaquín León