TODOS los alcaldes de Cádiz han intentado dejar su sello en el Paseo Marítimo. El cambio del franquismo a la democracia se notó en la playa. Carlos Díaz, con el rescate del puente Carranza, pudo rehacer el Paseo Marítimo y propiciar un cambio importante en la playa Victoria. Se puede afirmar el Paseo Marítimo que vemos hoy es todavía, en gran medida, una herencia de los tiempos de Carlos Díaz. El primer y único alcalde socialista que ha tenido Cádiz en el último medio siglo acabó con la memoria histórica de la antigua playa de los tiempos del alcalde Carranza. Sin llegar al odio ni al revanchismo, a base de pico y pala.

La playa de los 60, en los últimos años del alcalde José León de Carranza y su concejal Vicente del Moral, tenía casetas de mampostería en los bajos del Paseo Marítimo. En la arena había otras casetas, que primero fueron de lona y después de madera. También había garitas y toldos que se alquilaban para estar a la sombra. Aquella playa era custodiada por los policías municipales, de blanco impoluto, que a base multas mantenían el orden, para que no practicaran juegos de pelota. Nada que ver con el golferío de Santa María del Mar. Además de recoger a los niños que se perdían a manojitos. Entonces no había chiringuitos, pero sí bares y restaurantes a pie de playa, como el Jerónimo, que a veces se inundaban con las mareas.

Cientos de familias gaditanas disfrutaban casetas alquiladas en la playa Victoria. Sólo un alcalde con mayoría absoluta como Carlos Díaz se podía permitir aquella revolución: dejar sin casetas a medio Cádiz, para modernizar la playa, como las que veíamos en la Costa del Sol, en las islas Baleares o en Canarias. Playas más abiertas en todos los sentidos. Aunque la primera señorita que se puso en toples fue denunciada por inmoral. En eso se ha cambiado.

Han pasado más de 40 años desde que Carlos Díaz cambió el antiguo Paseo Marítimo. En la refriega, se perdió el territorio de las olitas, situadas frente al hotel San Remo, donde ligaban muchos y muchas, sin necesidad de ir a un bar de copas o una discoteca. El Paseo Marítimo era la calle Ancha del veraneo gaditano.

La principal aportación de Teófila Martínez fue la iluminación nocturna y el cine de verano, además de mejorar los servicios de playa. Kichi acabó con las barbacoas del Trofeo y pudo inaugurar el carril bici cofinanciado por la Junta. Pero el Paseo Marítimo se degradó durante ocho años y hoy parece un paseo de La Habana Vieja. Bruno debería aportar glamur a la posteridad. Ya no basta una manita de pintura para encalar las miserias.

José Joaquín León