SEAMOS positivos. Podemos ver el vaso medio vacío de agua o medio lleno de cerveza. El calentamiento global no sólo origina desdichas. También puede procurar algunas ventajas. Por ejemplo, lo que se ha denominado el veroño, que es un otoño como un verano. Y así nos ha permitido disfrutar de algunos días estivales en la novena del Rosario, la fiesta del Pilar y el triduo de Santa Teresa, días que parecían de julio. Más cortitos, porque anochece antes, pero que en las horas centrales de sol deja las playas de la provincia de Cádiz claramente disponibles para el baño. Con temperaturas de hasta 27 y 28 grados, que no se han alcanzado en algunos días de verano.

Las previsiones del Ayuntamiento de Cádiz para la temporada de playas se han visto sobrepasadas en octubre. Ya no hay servicios, aunque mantienen las duchas y lavapiés, un buen detalle. Así como el socorrismo para evitar los ahogamientos. Pero es obvio que la playa de octubre ya debe formar parte de la temporada media. No es como enero. Se puede contratar a más personas en los servicios.

Una de las diferencias está en la presencia de perros en playas que no son caninas, como La Victoria. Estos días se ha visto incluso a personas que lavaban a sus perros en las duchas reservadas a los seres humanos. Tanto si se es animalista, como si no, eso se debe considerar una guarrada. Tampoco es normal que se permita pasear a los perros por la playa Victoria un domingo de octubre, cuando estaba a niveles similares de afluencia a los de algunos lunes veraniegos a la hora del Piojito. No olviden que tienen la playa canina de Torregorda en exclusiva. Y conviene recordar que la prohibición de perros en las playas humanas de Cádiz en verano no es un capricho del alcalde Bruno, sino que está ordenado en la normativa para todas las playas andaluzas, a excepción de las caninas.

Por suerte, la inmensa mayoría de los propietarios o amos de perros no los han paseado masivamente, han sido pocos los que se han visto estos días. Pero porque la gente se ha contenido, no porque estuviera prohibido. Las normas se deberían ajustar a la realidad.

Es curioso el turismo playero de octubre, en el que se nota la presencia de personas de países del Este europeo, menos frecuentes en temporada alta. Los precios de los hoteles y apartamentos son más asequibles. Los bares están menos frecuentados. Flota en el aire algo que es como decadente, presagio de un invierno no lejano, de cambio de hora en el horizonte. Pero Cádiz se aferra al verano, como si quisiera alargarlo hasta los Tosantos.

José Joaquín León