ANTES se decía “Fulanito vive a cuerpo de rey”, y no era por don Juan Carlos I, que acaba de publicar sus memorias. Sin embargo, ahora (cuando no invitan al primer rey de la democracia a los actos oficiales que conmemoran su cincuentenario, y la Familia Real está como una familia realmente peleada) se podría decir en Cádiz algo mejor: “Fulanito vive a cuerpo de gato”. Porque ser gato gaditano es un privilegio. Yo no sé si mejor que ser perro, que ya tienen las playas para correr a su libre albedrío, pero puede que el gato viva todavía más feliz. Al menos disfruta de un alojamiento garantizado. Es decir, un hogar, un sitio seguro para vivir... Y sin que el gato pida una hipoteca y se gaste todo el sueldo en un pisito de los extrarradios urbanos.
La gente irónica opina: “En Cádiz vive mejor un gato que un indigente sin techo”. Dicho sea con todos los respetos por las personas que sufren ese triste problema. Aquí hay un albergue, pero las condiciones de residencia no son como las de los gatos, que no pueden ser desalojados de cualquier manera. Un gato no podría ser desahuciado a las bravas como una pobre ancianita, a pesar de que no paga ningún alquiler.
El gato gaditano vive a sus anchas en el antiguo cementerio de San José. Es decir, que el gato vive a la vera del Paseo Marítimo, en una zona considerada de lujo. En el cementerio, el Ayuntamiento no va a construir apartamentos turísticos, sino un parque, con sus árboles y todo lo demás. Pero no se podía desahuciar a los 80 gatos que allí residen (o a los 800, no están censados), pues ya se sabe que hay preocupación por ellos y hasta tienen un concejal a su servicio. Así que el concejal de Medio Ambiente y Protección Animal, José Carlos Teruel, ha explicado que serán trasladados a un solar de la Zona Franca, situado entre el concesionario de Audi y el tanatorio de Servisa, que será vallado y adecuado para el realojo de los vecinos gatunos. A los cuales, además, pasado un prudencial tiempo de seis semanas, para su adaptación “a un espacio amable para ellos” se les ofrecerá seguir allí, o irse libremente, si así lo prefieren.
Los gatos pasarán del cementerio al tanatorio. Y no sólo los gatos negros. El asunto se presta a un relato tétrico, digno de Lovecraft, como Los gatos de Ulthar. Pero no se preocupen. Los gatos de Cádiz estarán protegidos, pues el solar de 6.400 metros cuadrados se cerrará para ellos.
Es posible que por allí, en la susodicha Zona Franca, también construyan pisos para jóvenes en otro solar. Y que consigan un hogar, aunque no sean gatos y no les salga gratis total.
José Joaquín León
