NO sabemos lo que tenemos. Esos cuatro cruceros que llegaron ayer al puerto de Cádiz establecieron un nuevo récord de cruceristas que bajaron a tierra firme gaditana en un solo día. Aseguran que vinieron 17.264 criaturas. Otra cosa es que un selecto grupo se largó en autobuses a conocer Sevilla y/o Jerez. Son ciudades hermanas, que también se aprovechan de lo nuestro, pues alcanza para todos. Tampoco saben lo que tienen. En Sevilla, por ejemplo, han destacado que el lunes les llegó el crucero Sirena con 1.030 personas, cuando ayer los visitaron muchos más en los autobuses, y sin dragar el río Guadalquivir, ni nada raro. Con razón, en el muelle gaditano, un día se vio un letrero que ponía: Bienvenidos a Sevilla.

No hay que extrañarse. Cádiz es una ciudad poliédrica, polivalente y policiaca. En la película Muere otro día de James Bond, con Pierce Brosnan y Halle Berry, apareció Cádiz como La Habana. Y en la de Noche y día, con Tom Cruise y Cameron Díaz, salió Cádiz como Pamplona, hasta con encierros de toros. Lo raro de Cádiz es que sea Cádiz, a secas. Los romanos la llamaban Gades y los fenicios Gadir. Entonces tampoco era Cádiz, ni había Carnaval, ni cofradías, ni jugaba el Cádiz en el Campo de las Balas.

A pesar de la manía que existe por disfrazar a Cádiz de otras ciudades, es universalmente conocida desde antes de Kichi. Incluso desde antes de Teo. Tiene la magia de González (el verdadero Mágico) y el pellizquito de Paco Alba. Y no queda ahí, claro, pues ha vivido 300 años de mar, incluso un poco más. Es una ciudad que gana turistas todos los años y cruceristas todos los meses. Se ha puesto de moda. Las empresas hoteleras están deseando invertir, aunque casi ninguna se decide, esperando a ver qué hace la otra. Por ello, bajar del crucero y pisar suelo de Cádiz, para irse a otras tierras, se debe considerar como una carajotada.

Hay que felicitar, en consecuencia, a esos miles de turistas del Aurora, Independence of the seas, Britannia y Disney Magic, que se quedaron ayer en Cádiz para celebrar el Día del Crucerista. Casi todos recorren el mismo itinerario: Plaza de San Juan de Dios, Pelota, Catedral, Compañía, Plaza de las Flores, Columela, San Francisco, Nueva, Plaza de San Juan de Dios, a su barco.

Pero, señoras y señores, ahí está el Cogollo de Cádiz. Hay monumentos, bares, comercios y otros negocios, además de que se tarda poco, menos aún si van a paso de horquilla. En vez de criticar a los que se van, hay que ser positivos: ojalá vinieran todos los días cuatro cruceros como los de ayer.

José Joaquín León