CON la denuncia al obispo de Cádiz y Ceuta, Rafael Zornoza, los fieles de la diócesis se han quedado estupefactos. Más aún cuando el presidente de la Conferencia Episcopal Española, Luis Argüello, y el arzobispo de Madrid, José Cobo, han afirmado que la denuncia tiene “verosimilitud”. La palabra verosímil, según el Diccionario de la RAE, significa “que tiene apariencia de ser verdadero”, y en su segunda acepción “creíble por no ofrecer carácter alguno de falsedad”. ¿Y la presunción de inocencia? Es triste que dos arzobispos no sean prudentes, ya que el caso está en un tribunal eclesiástico, que no se ha pronunciado todavía.
Los supuestos abusos no corresponden al periodo en el que Zornoza es obispo de Cádiz y Ceuta, ni siquiera a cuando ya era obispo, sino cuando fue rector del Seminario de Getafe en los años 90. A efectos penales serían delitos prescritos. Y eso también hay que destacarlo. Porque la Iglesia no lo ha estado ocultando durante más de tres décadas, sino que el proceso se pone en marcha al ser admitida la denuncia, y es juzgado exclusivamente por un tribunal eclesiástico.
Sorprende que el Vaticano ha estado desacertado en este asunto, quizás porque todavía no se había nombrado un nuncio en España tras la salida de Bernardito Auza. Zornoza, al cumplir la edad de 75 años, presentó su renuncia a finales de julio de 2024. Y ha sido prorrogado durante casi 16 meses hasta ahora, incluyendo este último periodo, cuando ya se había presentado la denuncia contra él. Recordemos que en 2025 han nombrado nuevos obispos para las diócesis de Córdoba y Málaga, pero no para Cádiz. Parecía un gesto de confianza. Ahora se dice que el Vaticano nombra un administrador apostólico provisional.
Desde luego no es igual decir que se condena por un caso de pederastia a un ex rector del Seminario de Getafe que al obispo a cuyo mando está la sede de Cádiz y Ceuta. Aunque podría (y debería, según lo ocurrido en otras diócesis) estar ya nombrado un nuevo obispo.
Como telón de fondo, tenemos la alegría que despiertan las acusaciones de pederastia en los sectores anticlericales. Es un pecado gravísimo, injustificable, pero no son delitos masivos. Los cometidos por curas y religiosos representan el 0,2% de condenas por abusos a menores en España, y son inferiores a otros gremios, como los profesores y los monitores deportivos. Y lo peor es que más del 30% de los casos condenados suceden en la familia y su entorno. Cada uno sólo es responsable de lo suyo. No se puede generalizar, es injusto y además falso.
José Joaquín León
