LAS dificultades de tráfico existentes en Cádiz fomentan un problema derivado: el aparcamiento. En verano, cuando la ciudad está más poblada, por la llegada de turistas, veraneantes e hijos pródigos emigrados, este asunto es más delicado, si cabe. Ya que la población añadida suele venir con automóviles, y no es asunto que se solucione con el uso del transporte público para ir de Cádiz Norte a Cádiz Sur y viceversa. A ese problema se añade que los parkings subterráneos de Cádiz son malos y caros, salvo limitadas excepciones. Además de que el gaditano y la gaditana no tienen asumido el pago de ciertas cantidades abusivas por aparcar.

Tenemos, por consiguiente, un problema. Y gordo. Una situación que no se adapta a la realidad. Una oferta desajustada a la demanda. Una incomprensión generalizada por parte de las autoridades, que unas veces entienden la empresa pública de aparcamientos Emasa como un negocio que debería ser más rentable, y otras como un marrón que les ha tocado administrar.

Se podría añadir a esta problemática la generada por la zona azul en el Paseo Marítimo, que era malísima en los tiempos de Pepe Blas Fernández, y ha pasado a ser inevitable en los tiempos de David Navarro, que entendió la imposibilidad de suprimirla,. No obstante, si en algún momento histórico se construye ese Paseo Marítimo peatonal que han anunciado, la zona azul del verano se perderá para siempre. Igual que será necesario suprimir cientos de plazas para tener un carril bici de verdad.

Así las cosas, se llega a la conclusión de que Cádiz necesita aparcamientos subterráneos. En el Campo del Sur y en Santa Bárbara ya han tenido problemas serios de conservación. En Canalejas hicieron una reforma y en San Antonio otra. Pero se cargaron proyectos convenientes, como el de la plaza de Sevilla, que no era un caprichito de Teo, ni una imposición del presunto mercado gastronómico, sino una necesidad en la conexión del transporte intermodal. Sin olvidar que el aparcamiento de la tribuna del Estadio se ha desaprovechado.

Hace falta una política de aparcamientos subterráneos y de superficie que sean buenos, bonitos y más baratos. Al menos, mientras estén vacíos, como pasa con frecuencia, ante el miedo a los sablazos. En Jerez hay buenos ejemplos, como la tarifa de cinco euros por día completo en el Mamelón, en pleno centro. Aquí no hay nada parecido. Y eso perjudica claramente al comercio y al turismo. Se debe abandonar la estúpìda idea de que sólo los ricos tienen coches.

José Joaquín León