HAY noticias contradictorias, que nos dejan intuir una incipiente burbujita en el turismo de la provincia de Cádiz. ¡Cuidado! Un día después de publicarse en el Diario que había sido el verano con más contratos de empleo (mayormente temporales), se supo que el paro había aumentado en agosto. Pero el problema no está sólo en el empleo, sino especialmente en que ha disminuido el número de turistas en los hoteles. Así lo ha reconocido el presidente de Horeca, Antonio de María, que lo atribuye a las funestas consecuencias del levante en el verano de 2016. Puede ser que también hayan influido otras cuestiones.

Según los datos del Instituto Nacional de Estadística, el descenso de las pernoctaciones en julio tiene un origen identificado: menos turismo español. Vienen más turistas extranjeros, pero disminuyen los nacionales. En un año, se perdieron 10.570 turistas españoles y se ganaron 7.793 extranjeros. Probablemente, no es por casualidad, sino porque los precios de algunos hoteles se han elevado demasiado en verano. La costa de Cádiz es la más cara de Andalucía.

El turismo nacional es fundamental para la provincia. Tiene un peso superior al de la Costa del Sol malagueña, Baleares o Canarias. Cádiz se ha puesto de moda. Vienen famosos, sobre todo a Sotogrande, a Tarifa, a Zahara de los Atunes y al Novo. Son glamurosos El Puerto con su Vistahermosa y Sanlúcar de Barrameda con sus carreras de caballos. También es atractivo lo demás, en general. Las playas son de las mejores de España y ha mejorado la calidad de los restaurantes, y la moda del atún, y todo eso.

No obstante, el trabuco hay que guardarlo. No se puede tener una carta con precios para julio y agosto, y otra para el resto del año. En los hoteles, tampoco se pueden fijar precios a habitaciones sencillitas como si fueran una suite del Ritz. Para muchos españoles, un sueldo de hoy es la mitad que el de aquellos tiempos de la burbuja. Por consiguiente, volver a inflar es muy peligroso.

Mantener un cierto equilibrio es necesario. Las grandes empresas hoteleras han creado más empleo que en 2016. También soportan la competencia de apartamentos turísticos, no siempre legales. Se deben esforzar para mantener una buena relación calidad/precio sin distorsionar el mercado.

La costa de Cádiz tendrá muchas dificultades si adquiere fama de cara. No se trata de degradarla (existe un segmento de lujo que forma parte de su marca), sino de ajustarla para no perder competitividad. El riesgo de una burbujita está ahí.

José Joaquín León