APROVECHANDO que mañana tienen un disparate en Cataluña, voy a recordar que uno de los principales monumentos de Cádiz está dedicado a un gaditano cuya familia paterna era de origen catalán: Segismundo Moret y Prendergast. El monumento a Moret es algo más que un monumento. Son conocidos sus vaivenes. Allí se han concentrado los últimos supervivientes de Los Pabellones, con Miguelito y demás, pero también se han visto sentadas poco cuidadosas. El monumento causa asombro a nuestros visitantes. La semana pasada, iba por allí y unas señoritas me preguntaron quién era ese tal Moret. Yo contesté: “Sólo les digo que este señor no se merece que Cádiz le dedique este pedazo de monumento por haber nacido aquí. Si hubiera nacido en Olot, o en Reus, no lo tendría”. Ellas, que eran claramente catalanas, se hicieron un selfie con palo, por llevarse un recuerdo.

La verdad es que Moret tiene poca literatura. No creo que sea por haber nacido en Cádiz en 1833, ni por llamarse Segismundo, nombre raro, que parece copiado de La vida es sueño, de Calderón de la Barca. No es como Prim, con quien fue ministro. A Prim lo asesinaron y le pusieron calles en toda España, y todos los novelistas históricos amigos de Jesús Maeso han escrito algo sobre el crimen. Pero a Moret no lo asesinaron, sino que lo retiraron sus propios compañeros de partido. Entonces se quedó Canalejas como jefe del Gobierno, hasta que también lo asesinaron, por lo que le pusieron calles en toda España y le escribieron algunas novelas, aunque menos que a Prim. Moret murió en Madrid en 1913. Ya tenía su monumento en Cádiz desde 1909.

La ciudad languidecía. En general, con Segismundo Moret languidecía todo. Le pilló el 98. Fue ministro de Ultramar. Le concedió autonomía a Puerto Rico y Cuba, pero después se le independizaron. Verán que la historia de España es muy repetida. Cambian los políticos, pero en todos los siglos pasa lo mismo con pocas variantes.

Moret era habilidoso: fue ministro y jefe del Gobierno con tres reyes y una reina regente. Cádiz le pedía favores. Cádiz quería un puerto franco o zona franca que salvaría su economía. Moret venía de vez en cuando. En una de esas, le inauguraron el monumento. La gente lo utiliza como si fuera un graderío. La gente pregunta quién es ese señor. Como no era ni muy rojo ni muy facha, sino liberal, se ha salvado de las purgas. Y lo llevan de un lado para otro. En Cádiz gusta mucho un traslado, aunque sea de Moret, al que nadie llama don Segismundo.

José Joaquín León