ES casi tan absurdo e inquietante como El Castillo de Kafka. A estas alturas, resulta de una ingenuidad pasmosa que se lamenten por el abandono del Castillo de San Sebastián. ¡Pues claro que está más deteriorado que ayer, pero menos que mañana! Está peor que hace un año; y aún peor estará dentro de dos años. Allí no se hace nada. Para el actual Ayuntamiento de Podemos Unidos es un estorbo. El alcalde González sólo intenta endosárselo a alguien. Pero no hay que extrañarse, y las quejas suenan a pitorreo. Se cargaron los Conciertos de la Libertad, por lo que ya no volvieron allí Joan Manuel Serrat o David Bisbal. En un cierto momento, para los espectáculos, el Castillo de San Sebastián fue como el Cortijo de Los Rosales del siglo XXI. Evidentemente, no era esa su finalidad básica. Pero al menos se creaba ambiente. La última rehabilitación se hizo para el Bicentenario y quedó inconclusa.

A muchos les parecía que el Castillo de San Sebastián era otro caprichito de Teófila Martínez. Las negociaciones para que Defensa cediera Santa Catalina culminaron en 1991, cuando todavía era alcalde Carlos Díaz. Sin embargo, San Sebastián siguió cumpliendo funciones militares. A diferencia de otros espacios, en el acuerdo de 2001, la propiedad pasó al Ministerio de Medio Ambiente, que se lo cedió al Ayuntamiento para su uso. Para el Bicentenario hicieron obras en las casamatas y sala de exposiciones (que son dignas de conocerse), y después firmaron un convenio para continuar las obras. Pero el cambio municipal fue letal. Ahí quedó, ahí cayó. Como a este Ayuntamiento no le interesan los proyectos culturales, se ha olvidado de sus obligaciones para compartir con el Ministerio la rehabilitación integral. Ni que decir tiene que el Ministerio también se ha desinteresado.

Cuando el alcalde intentó que el Centro de Arqueología Subacuática, instalado en el antiguo Balneario de la Palma, se trasladara al Castillo de San Sebastián, lo hacía por dos motivos: 1.Quitarse el marrón del castillo. 2. Privatizar el balneario, arrendándolo a una empresa de hostelería “para dinamizar el barrio de la Viña”. La jugada le ha salido mal, ya que el consejero de Cultura, Miguel Ángel Vázquez, se ha orientado a tiempo de que le iban a dar coba.

El Castillo de San Sebastián se podría caer a pedazos en los próximos años. Desde luego, no se salvará por el interés municipal, que es nulo. A esto se podría añadir lo que siempre recordamos: es bochornoso que esto suceda con ese castillo, que en otra ciudad más civilizada formaría parte del Patrimonio de la Humanidad de la Unesco. Incluso con más motivos que el Carnaval.

José Joaquín León