HA causado honda conmoción en Cádiz el debate intelectual surgido tras la paralización de la remunicipalización de los servicios de playa, a la espera de nuevos informes, tras los cuales es de suponer que reclamarán otros informes nuevos, a ver si llegamos hasta las elecciones de 2019 igual que ahora. En un lugar tan emblemático como el Salón de Plenos, la anterior alcaldesa, Teófila Martínez, llamó “cacique” y “fascista” al actual alcalde, José María González, por los métodos empleados. Siendo ella del PP, y él de Podemos. ha sorprendido. En otros tiempos de la recordada señora Michinina y demás, sucedía justamente lo contrario. La vida da muchas vueltas. Pero, sin querer, la ex alcaldesa ha entrado en un debate de fondo: ¿es Podemos fascista?

Así lo presuponen algunos intelectuales marxistas, que dudan de sus métodos revolucionarios. Por el contrario, consideran que utilizan métodos ya desarrollados por Hitler y Mussolini, en la captación del apoyo de las masas. Insisten, además, en que se han olvidado de sus orígenes. Ya no es una confluencia surgida desde abajo hacia arriba, sino un movimiento (nacional) al que la gente le sigue la corriente. A ello se añade que han fomentado un mal disimulado culto al querido líder Pablo Iglesias, que los maneja según le sale de la coleta.

Conocido es el caso del activista de los sin techo Lagarder Danciu, que fue expulsado tras llamar precisamente “fascista” a la lideresa Irene Montero. Con anterioridad, había manifestado lo siguiente: “Podemos es el nuevo fascismo”. En esa misma idea, han insistido diversos ensayistas y teóricos, precisamente desde posiciones marxistas, o próximas a la socialdemocracia. Se han llegado a establecer algunas similitudes entre el programa de Podemos y el ideario de Falange Española en tiempos de José Antonio Primo de Rivera. El periodista José García Abad los definió así: “Podemos es una formación populista nutrida por gente de extrema izquierda y de ultraderecha”. El perfil de una parte de sus votantes es similar al que vota en Francia al Frente Nacional de Marine Le Pen, y la otra parte a los insumisos de Mélenchon.

En el caso de nuestro alcalde González, no hay que llevar el debate teórico tan lejos. Kichi no le ha puesto velas votivas a Benito Mussolini, que empezó en el sindicalismo revolucionario y fue encarcelado, como los Jordis. El alcalde va a lo suyo, que es municipalizar sin municipalizar, aunque puede que sea municipalizado. Es una teoría nueva, que no admite análisis entre los filósofos políticos. No se sabe hasta dónde llegará, si es que llega a algo.

José Joaquín León