ES curioso que el Terremoto de Lisboa de 1755 se reconvirtió aquí en el Maremoto de Cádiz. El seísmo afectó a todo el suroeste de la península ibérica, tanto en Portugal como en España. Aunque las principales consecuencias fueron padecidas en la capital portuguesa y sus proximidades, donde se registró el mayor número de víctimas (hasta 100.000, según algunas versiones). En Cádiz, la tradición situó un milagro que aún se sigue conmemorando felizmente cuando han pasado 262 años. La calle de la Palma no se entendería sin ese milagro. La calle de la Palma siempre ha sido milagrosa. Hoy es una de las calles más famosas de Cádiz en el extranjero. Todo el mundo sabe dónde está: en invierno, por el Carnaval; en primavera, por la Semana Santa; en verano, por las caballas de sus bares; y en otoño, porque se festeja un milagro y sale una Virgen pequeñita muy querida.

En Lisboa, el terremoto destruyó la ciudad y dejó una leyenda trágica. Sin embargo, en Cádiz, el maremoto tiene una leyenda festiva, para que el párroco Juan Enrique Sánchez bendiga las aguas de la Caleta y todo eso que se conmemora. De modo que cuando por aquí aparece algún cenizo, y dice que Cádiz no está preparado para un gran maremoto, o anuncia que sufriremos otro gran terremoto con su maremoto inclusive, ¿qué pasa? La gente no se lo toma en serio. Y se apela a los estandartes. Algo que afecta de los nervios a los ateos.

En realidad, todo el mundo sabe que puede haber algún gran maremoto en Cádiz, algún día, a alguna hora, no se sabe cuándo. También se sabe que han pasado 262 años sin que haya sido necesario otro milagro por ese motivo. Asimismo se valora que ninguna generación de gaditanos ha padecido esa desgracia en más de dos siglos y medio. Así que existen bastantes posibilidades de que les toque a otros.

Por eso, un simulacro de emergencia se lo toma el público como si fuera la parodia de un cuarteto del Peña o el Libi. Con todo el respeto. Si en Cádiz se organizara un simulacro de maremoto para la población, recomiendo como día más apropiado el martes de Carnaval, para rematarlo con la quema del Dios Momo. Porque yo me lo imagino, y es evidente que la mayoría de la gente se lo tomaría como se pueden imaginar.

Son desgracias que pasan cuando tienen que pasar. Sabemos que pasarán, llegado el caso, a pesar de los simulacros. Cuando te toca la suerte o la mala suerte, eso es así, y ya está, y se acabó. Hoy es el día de los Fieles Difuntos. Tampoco se le ha ocurrido a nadie organizar un simulacro del fin del mundo. Para eso creemos en los milagros.

José Joaquín León