U NA táctica habitual del equipo de Gobierno de Cádiz es montar polémicas estériles para disimular su inoperancia. Cuestiones en las que piensan que la oposición arremeterá al trapo y quedará revitalizado su izquierdismo ejemplar. Para eso Martín Vila lo tiene fácil, porque con la Memoria Histórica puede hacer algo, mientras que se lo ahorra en Urbanismo. Y, de paso, le aporta un baloncito de oxígeno al alcalde. A veces con apoyo del PSOE. Lo último es el cambio de nombre de la Avenida Ramón de Carranza, a la que quieren denominar del 4 de diciembre. Cuestión intrascendente, porque la gente ni antes le decía Avenida Ramón de Carranza, ni ahora le dirá Avenida del 4 de diciembre. En el habla popular, eso es Canalejas, un político liberal, que murió asesinado en 1912, cuando era presidente del Gobierno. Más discutible sería cambiárselo al Estadio Carranza, cuyo nombre se cita en el himno oficioso de Manolito Santander.

Por supuesto, nadie negará que Ramón de Carranza fue un alcalde franquista y que en la Guerra Civil apoyó al bando vencedor. Aunque también es verdad que no fue el peor alcalde de Cádiz. Según los que opinan que vivimos en una dictadura, el bando ganador del 36 aún debe pagarlo a estas alturas, lo que viene a ser innecesario, porque las guerras se ganan o se pierden en su día, aunque las reinterpreten con el tiempo. Por cierto, se olvida que ese golpe de Estado contra la República no fue el primero, porque cierta ultraizquierda antidemocrática ya intentó otro en 1934, que se camufló con el nombre de Revolución. Todos los golpes son condenables, triunfen o no.

El 4 de diciembre de 1977 lo manipulan en IU con un partidismo que se ha contagiado a Podemos. Ese día un policía mató en Málaga, por disparos, a García Caparrós, militante del PCE. Aquella manifestación fue muy importante para el arranque de la autonomía andaluza. Pero no es verdad que la autonomía se conquistó ese día en las calles, sino el 28 de febrero de 1980 en las urnas (con la excepción de Almería, para lo que se cerró un acuerdo parlamentario).

Recuerden a García Caparrós y el 4-D. Pero sin falsear la historia, como hicieron Teresa Rodríguez y Pablo Iglesias en un acto organizado en Sevilla. Estos que tanto hablan del 4-D son los mismos que no incluyen a Andalucía al máximo nivel del Estado plurinacional que se quieren inventar. Mejor que cambiar los nombres de las calles es respetar la historia y no beneficiar a los que intentaron otro golpe de Estado en Cataluña, con una nueva marginación de Andalucía.

José Joaquín León